De
asesinatos múltiples, explotación, secuestros, prostitución,
venganza, son víctimas millones de niños en el mundo; de la
creciente violencia eternizada en los videojuegos y las producciones
audiovisuales dedicadas a entretener sus mentes, y ensimismarlas en
la mitificación de la crueldad. Petrificados, sumidos, atrapados en
la ficticia creencia de que nacieron con un futuro predeterminado
que no pueden cambiar.
Los telediarios informan que han muerto en un ametrallamiento
perpetrado por un compañero de clase, que el pasatiempo favorito o
la película de acción son los culpables. La realidad de los niños
que se forman en la escuela de la calle para el arte de matar es
cada vez más oscura y peligrosa; tanto como la de aquellos que
mueren y viven cada día, producto del trabajo forzado o la
prostitución infantil.
En el año 2010 más de la mitad de la población menor de 15 años
se encontraba en situación de pobreza multidimensional. Hoy se
calcula que 146 millones de niños menores de cinco años, tienen
graves problemas de desnutrición infantil.
En algunos países es una práctica legal cauterizar los órganos
sexuales de las niñas a solicitud de los padres; y en otros el
negocio del tráfico infantil se expande junto con otras miserias
asociadas a la discriminación. Es como si el mundo se convirtiera
para ellos en una pesadilla que parece no acabar, sino multiplicarse
y en el medio de ese caos, otra realidad se configura para los niños
que nacieron en este archipiélago.
Cuba fue uno de los países que en 1991 ratificó la Convención de
las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño. Ya para esa fecha
contaba con el Código de la Familia, una Constitución, y el Código
de la Niñez y la Juventud. En el año 2000 surgió el Proyecto de
Divulgación de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia en Cuba,
firmado por los gobiernos de Cuba, Finlandia y la Oficina de UNICEF
en La Habana.
Un estudio realizado en el periodo 2008-2009 por la doctora Ana
Isabel Peñate Leyva, del Centro de Estudios sobre la Juventud,
demostró que un 92.5 % de la población infantil cubana conoce sus
derechos. Des-tacan entre los más mencionados por ellos: el derecho
a la educación y la salud, la recreación y el esparcimiento, la
libre expresión, a ser escuchados, a la libertad, a tener una
familia, a ser protegidos y a decidir.
Lo cierto es, que mientras se libra la batalla entre la vida y la
muerte todos los días en las calles del mundo, son más los niños que
asisten a una escuela, los que tienen acceso a la medicina, en un
país donde la atención a las embarazadas y la vacunación de los
infantes ha hecho que sea reconocido como el de más avance contra la
desnutrición en América Latina.
Y todo pese a la prohibición de comprar insumos escolares y
materias primas, así como la adquisición de medicamentos, producto
de un genocida bloqueo que cada año es repudiado por el mundo entero
por su crueldad.