Las claves de la integración en Asia

CLAUDIA FONSECA SOSA

Esta semana sesionó en la ciudad indonesia de Bali el Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC), que reunió a líderes de una veintena de países de la cuenca del Pacífico para discutir temas relacionados con la crisis financiera, el comercio, las inversiones y el desarrollo.

El APEC es responsable del 46 % del comercio global.

Creado en 1989, este mecanismo de cooperación y concertación económica congrega mayormente a países asiáticos más Estados Unidos, Canadá, México, Chile, Perú y Rusia, que en su conjunto son responsables del 46 % del comercio global.

Si bien el APEC es una de las plataformas multilaterales más activas de Asia, no es la única que opera en la región. Los esfuerzos por institucionalizar relaciones de cooperación en el lejano continente datan de la década de los sesenta y el logro más significativo en esa etapa fue la creación de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), que hoy se consolida como el principal esquema integracionista del área.

La ASEAN, integrada por Myanmar, Brunei, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia, Vietnam y Cambodia, aspira a convertirse en una Comunidad para el año 2015, ampliando de esa forma el abanico de intercambio a cuestiones de índole social, cultural y política.

En la década de los ochenta en Asia comenzaron a gestionarse otros mecanismos que han sido menos renombrados, como la Cooperación Regional de Asia del Sur (SAARC), el Consejo Económico del Este de Asia (EAEC), la Iniciativa de la Bahía de Bengala para la Cooperación Multisectorial Técnica y Económica (BIMSTEC) y la Asociación para la Cooperación Regional de la Cuenca del Océano Índico (IOR-ARC), entre otros.

Asia —considerada como la región que mejor ha sorteado los efectos de la crisis internacional junto a América Latina— es un área geográfica muy diversa desde el punto de vista cultural, pero también en cuanto a los sistemas sociopolíticos, formas de propiedad y niveles de desarrollo que caracterizan a los estados que la integran. Todos estos elementos, sumados a la existencia de conflictos históricos que le restan estabilidad a la zona, han incidido en los esfuerzos por integrarse.

Los procesos de integración en Asia han sido mayormente promovidos por el sector empresarial y no por los gobiernos, aunque esto no significa que los segundos se hayan mantenido completamente al margen, pues en definitiva son los responsables de crear en cada país las condiciones legales propicias para el canje comercial y las inversiones.

Así lo afirman Elda Molina Díaz, del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional, y Eduardo Regalado Florido, del Centro de Investigaciones de la Política Internacional, en una ponencia conjunta a la que Granma tuvo acceso.

Ambos especialistas agregan, además, que la tendencia al incremento de la cooperación regional se pone de manifiesto en iniciativas aún en estudio, como la de Japón, para crear una Comunidad del Este de Asia, y la de Australia, para una Comunidad del Asia-Pacífico. En esos esquemas estarían representadas las economías nacionales más fuertes de todo el continente y el grupo de la ASEAN. No obstante, las propuestas de Japón y Australia difieren en cuanto a la inclusión o no de Estados Unidos.

Otra iniciativa controversial —surgida en el seno del APEC y vuelta a poner sobre el tapete en la reciente cumbre por el secretario de Estado norteamericano, John Kerry— es el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TTP), que hoy se encuentra en fase de negociación entre 12 naciones asiáticas y latinoamericanas.

El TTP pretende ser el acuerdo de libre comercio más amplio del mundo, no solo por el número de países que serían miembros, sino por su contenido, pues —según expertos— cubriría, además de las cuestiones comerciales, temas como la competencia de las empresas estatales y la participación de las pequeñas y medianas empresas en las cadenas globales de producción. Estos últimos aspectos son, a la vez, los principales obstáculos para su implementación.

Aun así, de consolidarse todas las intenciones, sería un área que representa cerca del 40 % del comercio mundial y un mercado con más de 800 millones de consumidores.

Según los especialistas consultados para este trabajo, Estados Unidos tiene especial interés en este esquema, no solo desde el punto de vista económico sino también geopolítico. "El TTP le brindaría posibilidades de exportación y desarrollo en esos mercados en rápida expansión, que contribuirían a dinamizar su economía. Además tiene el objetivo no explícito, pero de gran importancia para sus intereses estratégicos, de contener el avance de China, tanto en la región como en el plano internacional, a la vez que aumentaría el poder ‘suave’ de Estados Unidos en el área".

Por otra parte, el TPP, como mecanismo que impulsa Estados Unidos para retornar a Asia, supone un reto para China, que se ha destacado por desempeñar un activo papel en la integración regional.

"La exclusión de China del proyecto tendría consecuencias negativas para el país, no solo porque supone una posible ventaja para Estados Unidos en un escenario de creciente competencia, sino porque también daría ventajas a muchos países firmantes del TPP que son sus competidores en mercados de terceros países", agregan.

 

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