Ni brujeros ni falsos curanderos ni marginales —como injustamente
en no pocas ocasiones han sido etiquetados— los yerberos, verdaderos
amantes de su labor, que merecen la admiración y el respeto de
todos, tienen en este libro, que ve la luz con el sello editorial de
la Fundación Fernando Ortiz, un digno homenaje a estos hombres a la
vez que contribuye al reconocimiento social de esta manifestación de
la cultura popular tradicional cubana.
Introducido por Miguel Barnet, presidente de la Fundación, y la
doctora Án-gela Teresita Leyva Sánchez, directora del Jardín
Botánico Nacional, el libro recoge en sus páginas el testimonio
brindado por hombres y mujeres que ejercen esta faena en todos los
municipios capitalinos y contempla una amplia información sobre
contenidos históricos, antropológicos, etnobotánicos y lingüísticos
que aluden al tema, así como un glosario y un grupo de anexos que
van desde los endemismos cubanos amenazados de extinción y
comercializados en yerberías de La Habana hasta la relación por
municipios de los yerberos permanentes y no permanentes, con otros
datos de interés respecto a ellos.
Disímiles imágenes ilustran en la nueva entrega —número 40 de la
colección Fuente Viva de la Fundación— este fenómeno cultural
aparecido en la Isla desde el siglo XVI, y en el cual se refugiaron
no pocos mambises y familias cubanas en el siglo XIX para curar
enfermedades debido a la escasez de profesionales de la medicina,
los altos precios de los medicamentos y la precaria situación
sanitaria del país.
El mercado de Cuatro Caminos, que fuera desde otros tiempos el
más importante de la ciudad, fue escenario también, a propósito de
la ceremonia, de las actuaciones de Ulises Mora, director del
Proyecto Timbalaye; del grupo de música folclórica de Jesús María,
Aguiriyó; del rumbero Orlando, el Bailarín, y de la cantante Indira
Gómez, que interpretó el Yerbero Moderno, de Néstor Milí
Bustillo, y a quien le hizo coro el nutrido público para dotar de
una auténtica magia la presentación del texto.