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Saúl Landau en su medio siglo de amistad con Cuba

MARTA ROJAS

Trascurría la primavera de 1960 cuando un joven norteamericano nombrado Saúl Landau viajó a Cuba por primera vez. Su estancia se prolongó hasta la entrada del otoño. Tenía un deseo inmenso de ver lo que estaba pasando “donde la gente de mi edad dirigían ministerios y el líder tenía solamente nueve años más que yo” –son palabras del propio Saúl Landau rememoradas hoy.

Saúl durante una visita a Gerardo Hernández Nordelo en la prisión

 Andaba en aquellos días recorriendo Santiago de Cuba, volcado en la historia aún palpitante de la entrada victoriosa del Ejército Rebelde. Era uno más entre muchos jóvenes del continente que llegaban a Cuba en los albores del triunfo de la Revolución. Pero, Saúl regresó en diciembre de 1961 y permaneció dos meses más con el pueblo cubano y volvería muchas veces en medio siglo.

 (Además, en su propio país, estaría con los nuestros medio siglo después, como ocurrió hace pocos días cuando, junto a Danny Glover visitó a Gerardo y por extensión a sus otros cuatro compañeros: Los Cinco héroes cubanos encarcelados en prisiones de alta seguridad en EE.UU., hace más de una década, por luchar contra el terrorismo.)

 Por aquellos días de 1960-1961, Saúl Landau acababa de graduarse en Historia (1957) y emprendía su Másters (1959) en la universidad de Wisconsin. “Interrumpí mi trabajo por el doctorado con las dos visitas a Cuba. Nunca regresé para escribir mi tesis académica, aunque logré escribir 14 libros.

 —En las dos primeras oportunidades que tuve de visitar a Cuba no pude conocer a Fidel personalmente, según mis deseos, pero pude verlo varias veces y escuchar sus discursos en plazas, como una persona más entre tantos del público —dice.

Recuerda que el primer interlocutor que tuvo en Cuba fue el comandante médico del Ejército Rebelde, René Vallejo, entonces al frente del INRA (Instituto Nacional de la Reforma Agraria) en la antigua provincia de Oriente y por él conocería personalmente a Fidel en 1968. En esa fecha, ya el periodista y cineasta Saúl Landau había realizado un documental para la Televisión Pública de Estados Unidos, titulado Report from Cuba.

—Parece que a Fidel le interesó el documental, y al fin tuve la oportunidad de verlo y hablar con el máximo líder de la Revolución. Le pedí permiso para filmarlo y él dijo que sí. Filmé en 1968, el documental Fidel para la televisión pública norteamericana. Otras cosas tal vez sean más conocidas —me dice Saúl Landau, y gentilmente accede a contarnos en esta entrevista mucho más sobre su relación con Cuba, solidaridad con otras pueblos, incluido el suyo, y aspectos de su labor intelectual.

“Como amigo de Carol Brightman, organizador de la Brigada Venceremos, yo lo apoyaba en la tarea, aunque directamente no tenía nada que ver con la Brigada. En aquellos momentos el gran periodista Lee Lockwood, autor de uno de los más extraordinarios libros gráficos sobre Fidel, fotógrafo excelente, me pidió que colaborara en la fundación de un Centro en Nueva Cork, cuyo objetivo sería ofrecer cultura e información de la realidad de Cuba en vez de tenernos que ‘comer’ la propaganda de los medios masivos de comunicación. Él —Lee Lockwood— y yo decidimos a su vez pedirle a Sandra Levinson que dirigiera ese Centro que queríamos crear y ella lo hizo. (Center for Cuban Studies).”

 Para los grupos de contrarrevolucionarios cubanos de Miami y New Jersey el Centro de Estudios Cubanos recién fundado resultó un objetivo vulnerable para castigarlo y sufrió el zarpazo de una acción terrorista que destruyó gran parte del inmueble. La bomba estalló apenas unos minutos después de la salida de los estudiantes de español que estaban con la joven profesora Sandra Levinson de aquel lugar. Ella salvó la vida milagrosamente, escapando por una ventana hacia la escalera (fire escape) del tercer piso. Tuvo una gran suerte de no morir. El Centro fue reinstalado en otro lugar.

 Nada fue fácil para Saúl Landau a partir de 1960, hace 50 años:

—Mis dificultades con el bloqueo y otras medidas, han sido muchas a partir de entonces. Como para todos los cubanos y los norteamericanos que viajaron a Cuba en la década del 60. Yo diría que el bloqueo era y es “a pain in the ass” (algo molesto en una parte muy sensible del cuerpo) —cree que esa frase, muy usada en el lenguaje popular norteamericano define lo que ha significado para él el bloqueo de su país a la Isla:

“Por ejemplo, cuando regresaba de Cuba, en 1967, tuve que someterme a una revisión de todo mi cuerpo y después a un interrogatorio del FBI, cuyos intereses en aquel momento de las luchas civiles era Stokeley Carmichael y saber de sus planes. Yo lo había visto en Cuba pero juré que no tenía respuesta para esas dos preguntas. Me detuvieron por horas y horas en el aeropuerto de Los Ángeles. Y en 2009, cuatro décadas después, también fui detenido, esa vez en el aeropuerto de Miami, por joderme nada más. Pero para los cubanos el bloqueo es obviamente mucho más que “a pain in the ass” —caben esas palabras y frases porque de él se ha dicho que habla con marcado acento de barrio norteamericano, pero usa un inglés exquisito, “a veces subrayado con insultos exactos”.

 Como profesor, periodista, poeta y cineasta, algunas de las muchas vertientes intelectuales de Saúl Landau, ha podido participar activamente en importantes conferencias internacionales en Cuba, así como en otros países pero, además, es profesor y miembro del Instituto para Estudios de Política en Washington DC.

 Sobre esos aspectos inquirimos y él contesta:

—“Mira, Marta, mi carrera académica es secundaria. Sí, es cierto: soy profesor. Un profesor visitante en algunas universidades: Universidad de California, Santa Cruz, y American University, por ejemplo. Ofrecí también clases de historia y sociología, de los medios masivos de comunicación y de vez en cuando de cine, hasta que en 1997 en la California StateUniversity, Pomona, me ofrecieron una cátedra de estudios interdisciplinarios y permanecí allí por nueve años. Fue interesante, ‘pero había un problema: un porcentaje alto de mis estudiantes eran analfabetos funcionales. Era difícil pedirles a ellos que leyeran textos o escribieran ensayos. Sí, es verdad, estaban graduados de high school, pero no sabían leer de una manera crítica para sacar el mensaje que contenía una novela, por ejemplo o un ensayo académico. Imaginemos el nivel cultural de los ciudadanos de nuestro ¡imperio!

 El periodista, el profesor, el politólogo y el poeta conforman una sola pieza, tratándose de Saúl Landau. En él son como afluentes que tributan a un mismo río: este es su compromiso con las mejores causas y con los desposeídos; pero él coloca en un plano secundario a su poesía. Sin embargo, el poemario My dad was not Hamlet (Mi padre no era Hamlet, en español) demuestra lo contrario.

 ¿Y el poeta Saúl Landau? —le pregunto y él responde:

 —Poeta es igual a: alguien que piensa en imágenes y las convierte en palabras para que otros penetren el mundo imaginario. Poeta: alguien que no puede disciplinar sus pensamientos (…) Poeta: un loco que piensa que los mejores cerebros de su generación han sido destruidos por la locura (Gilnsberg). Poeta: Pablo Armando Fernández, que piensa poesía y sabe los nombres de flores y árboles. ¿Acaso soy yo esas cosas?

 Pero él mismo se desmiente en la obra mencionada, que consta de más de 40 poemas, traducidos al español y publicada en Madrid en 2000. De su voz de poeta es, por ejemplo: “Amor. Una simple brisa / me acarició la nuca; / un tranquilo lago verde / murmuraba en la montaña / en el otoño deprimido; / una brizna de paja / cruzó la amarilla / pradera, una débil rama / se dispuso a recibir / la primera nevada.”

 Y sobre sus libros en prosa dice Saúl Landau: “No puedo negar que son muchos” y nosotros agregamos, e importantes. Pero él subraya:

—Me gusta mejor leer que escribirlos. Assassination on Embassy Row (con John Dinges) describe un proceso de cinco años. Mis colegas, compañeros, amigos, Orlando y Ron, merecían algo más que lágrimas. Creo que contribuimos con un material que sirve bien a los estudiantes de historia, para que conozcan mejor la naturaleza de Augusto Pinochet y su régimen; sobre su policía secreta, y los “cuervos” contrarrevolucionarios de origen cubano que ayudaron al asesinato de Orlando y Ronni, los protagonistas.

 Saúl Landau fue un activista en la lucha a favor de los Derechos Civiles en su país, cuyo líder, Martin Luther King, fue asesinado; también abrazó la bandera en contra de la guerra de agresión en Vietnam y se solidarizó con el pueblo chileno —de ahí Assassination on Embassy Row— a riesgo de su propia vida desde el momento mismo en que La Moneda fue bombardeada, el fascismo pinochetista imperó en Chile y extendió sus tentáculos, asesinando en Estados Unidos a Letelier.

 ¿Cómo ve hoy el especialista en política internacional e interna, Saúl Landau, a la Revolución cubana en relación con el largo expediente de las administraciones norteamericanas?

—La Revolución cubana ha sobrevivido a Eisenhower, Kennedy, Jonhson, Nixon, Ford, Carter, Bush I, Clinton, Bush II y ahora Obama. Ha sobrevivido como ejemplo de desobediencia pero, claro, el precio ha sido alto. Y nosotros los norteamericanos, hemos pagado también un precio. Cuba “exportó” enemigos de la Revolución y EE.UU. los importó. Hoy día ellos juegan un papel importante en la política norteamericana, como por ejemplo con el voto o la negación de votar, mejor dicho, recordemos lo ocurrido en la Florida en el año 2000. Y más importante, ahí está la gente que tiene responsabilidad en planificar masacres. Recordemos el avión de Cubana, destruido en Barbados por una bomba. Ellos andan por las calles de Miami y muestran cuadros de pintura en galerías de arte, mientras los antiterroristas cubanos (Los Cinco) duermen en prisiones. Me da tristeza ver a mi país bajando y bajando a causa de gastar su riqueza en la idiotez militar. La educación, la salud, el transporte público, los puentes y caminos no reciben atención. Hay como un deseo de suicidarse, han precipitado una locura total. Más de trillón de dólares gastados en las Fuerzas Armadas para combatir ataques de baja tecnología. El Departamento de Homeland Security (otra locura) nos quita a los norteamericanos nuestras libertades bajo el nombre de libertad. Cuba sigue siendo una obsesión en Washington, y en Miami, ni se diga. Hay gente, eso sí, que allá ve esto con claridad, gente joven y no tan joven también.

OTRA VEZ CON FIDEL

 Si para Saúl Landau el primer encuentro con Fidel Castro en 1968 fue interesante, cuatro décadas después lo sería tanto o más. Sobre ese hecho nos dice:

—Hablé con Fidel en septiembre de 2009, junto con Harry Belafonte, Danny Glover y James Early. Además, estaban la hija de Harry (Shari) y su mujer (Pamela). Fidel me pareció bien de salud, física y mental, desde aquel momento. Se preocupó por temas muy profundos como el medio ambiente, las amenazas del cambio climático y el tema nuclear, en general. Estaba rodeado de libros y sin perder su sentido del humor. Su coraje me inspiró y la determinación que tiene de cambiar vocaciones —de Jefe de Estado al escritor sabio— así lo vi aquel día.

 *(Entrevista hecha por la autora a Saúl Landau el 30 de agosto de 2010)
 

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