Vidas robadas

En el mundo existen 2,4 millones de personas que se ven obligadas a realizar trabajos forzosos como consecuencia de la trata. El 80 % de los casos son mujeres y niñas

CLAUDIA FONSECA SOSA

La Oficina Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos anunció en los últimos días que había logrado rescatar a 105 menores forzados a ejercer la prostitución, en la que se considera la mayor operación contra la trata de personas en la historia reciente de este país.

La operación, llamada Cross Country, se desarrolló simultáneamente durante tres días en 76 ciudades norteamericanas y estuvo liderada por el FBI, aunque contó con la colaboración de gobiernos estatales y locales y del Centro Nacional para los Niños Desaparecidos y Explotados. Según narra BBC Mundo, los más de 500 detenidos enfrentarán cargos relacionados con delitos sexuales, el tráfico y la trata de personas, tanto en la justicia federal como estatal.

Al respecto, el subdirector de la división de investigación del FBI, Ron Hosko, consideró —con total certeza— que la prostitución infantil representa "una amenaza persistente" para los menores de edad en Estados Unidos, sobre todo si se tiene en cuenta que este país es uno de los principales destinos de los corredores internacionales para la trata de personas, de acuerdo con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

El propio Gobierno norteamericano se ha visto obligado a admitir que en EE.UU. existen organizaciones criminales que someten a hombres, mujeres y niños, nacionales y extranjeros, a trabajos forzosos, esclavitud, servidumbre, extracción de órganos y explotación sexual.

Pero este problema no solo afecta a la primera economía del mundo. La agencia de la ONU indica que la trata y el tráfico de personas son delitos globales que se han incrementado de forma alarmante en los últimos años, debido a las difíciles condiciones de vida en los países menos desarrollados, al endurecimiento de las políticas migratorias en los países industrializados y al hecho de que por mucho tiempo estos fenómenos no fueron considerados como un problema estructural sino como una serie de episodios aislados.

En muchos países todavía no se han logrado establecer los mecanismos adecuados —que involucren a diferentes actores de la sociedad— para frenar o prevenir estos hechos delictivos.

El ACNUR define como trata la utilización, en beneficio propio y de modo abusivo, de las cualidades de una persona, en contra de su voluntad. La respuesta mundial frente al incremento de esta forma de criminalidad fue la Convención contra la delincuencia organizada transnacional, firmada en Palermo en el año 2000, junto a dos protocolos para prevenir y combatir el tráfico de migrantes por tierra, mar y aire.

No obstante, la trata de personas aún se sitúa como el tercer negocio más lucrativo a nivel mundial, tras el narcotráfico y la venta de armas.

Como consecuencia, se estima que existen 2,4 millones de personas que se ven obligadas a realizar trabajos forzosos, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El 80 % de los casos conocidos son mujeres o niñas.

Las ganancias ilícitas totales del trabajo forzoso a causa de la trata se estiman en aproximadamente 32 mil millones de dólares al año, de los cuales el 76 % proviene de la explotación sexual. Esta cifra equivale al Producto Interno Bruto de algunos países latinoamericanos. Sin embargo, los procesos judiciales y las condenas en este ámbito representan cifras insignificantes.

Si se comparan las regiones examinadas en el más reciente Informe mundial sobre la trata de personas (publicado en el 2012), puede observarse que en los países de África y Oriente Medio, así como en los de Asia meridional, Asia oriental y el Pacífico, predominan los casos de trabajo forzoso. En América Latina, Europa y Asia central se detectan más casos de explotación sexual, tal y como podemos ver en la telenovela argentina que se transmite ahora por el canal Multivisión (Vidas robadas).

Según el ACNUR, en las últimas décadas se ha experimentado en Sudamérica un auge en la industria del turismo sexual, sobre todo con "clientes" de América del Norte, por motivos de cercanía geográfica.

Otras formas de trata menos frecuentes con fines como el matrimonio forzoso, la adopción ilegal, la participación en combate armado, la comisión de delitos menores o delincuencia callejera, e incluso la mendicidad, representaron el 6 % de los casos detectados en el 2010 en todo el orbe.

Por otra parte, los delitos relacionados con la trata de personas tienden a intensificarse cuando ocurren situaciones de emergencia o crisis políticas. En muchos de estos casos, los criminales escogen a personas que se encuentran en situación más vulnerable, sobre todo féminas de todas las edades. A estos factores se suman la pobreza, la inseguridad, el nivel social bajo y de estudios escasos.

No puede olvidarse que la forma de captación va desde el secuestro violento al engaño, ofreciendo oportunidades de trabajo o mediante otro tipo de promesas personales. Estas personas son manipuladas emocionalmente por los captores, quienes las amenazan con atacar o herir a sus familiares si intentan escapar o las chantajean con cualquier otro pretexto. Por miedo, las víctimas acaban cediendo a las presiones. Sus vidas ya han sido robadas.

 

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