La
Oficina Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos anunció
en los últimos días que había logrado rescatar a 105 menores
forzados a ejercer la prostitución, en la que se considera la mayor
operación contra la trata de personas en la historia reciente de
este país.
La operación, llamada Cross Country, se desarrolló
simultáneamente durante tres días en 76 ciudades norteamericanas y
estuvo liderada por el FBI, aunque contó con la colaboración de
gobiernos estatales y locales y del Centro Nacional para los Niños
Desaparecidos y Explotados. Según narra BBC Mundo, los más de 500
detenidos enfrentarán cargos relacionados con delitos sexuales, el
tráfico y la trata de personas, tanto en la justicia federal como
estatal.
Al respecto, el subdirector de la división de investigación del
FBI, Ron Hosko, consideró —con total certeza— que la prostitución
infantil representa "una amenaza persistente" para los menores de
edad en Estados Unidos, sobre todo si se tiene en cuenta que este
país es uno de los principales destinos de los corredores
internacionales para la trata de personas, de acuerdo con el Alto
Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
El propio Gobierno norteamericano se ha visto obligado a admitir
que en EE.UU. existen organizaciones criminales que someten a
hombres, mujeres y niños, nacionales y extranjeros, a trabajos
forzosos, esclavitud, servidumbre, extracción de órganos y
explotación sexual.
Pero este problema no solo afecta a la primera economía del
mundo. La agencia de la ONU indica que la trata y el tráfico de
personas son delitos globales que se han incrementado de forma
alarmante en los últimos años, debido a las difíciles condiciones de
vida en los países menos desarrollados, al endurecimiento de las
políticas migratorias en los países industrializados y al hecho de
que por mucho tiempo estos fenómenos no fueron considerados como un
problema estructural sino como una serie de episodios aislados.
En muchos países todavía no se han logrado establecer los
mecanismos adecuados —que involucren a diferentes actores de la
sociedad— para frenar o prevenir estos hechos delictivos.
El ACNUR define como trata la utilización, en beneficio propio y
de modo abusivo, de las cualidades de una persona, en contra de su
voluntad. La respuesta mundial frente al incremento de esta forma de
criminalidad fue la Convención contra la delincuencia organizada
transnacional, firmada en Palermo en el año 2000, junto a dos
protocolos para prevenir y combatir el tráfico de migrantes por
tierra, mar y aire.
No obstante, la trata de personas aún se sitúa como el tercer
negocio más lucrativo a nivel mundial, tras el narcotráfico y la
venta de armas.
Como consecuencia, se estima que existen 2,4 millones de personas
que se ven obligadas a realizar trabajos forzosos, según datos de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT). El 80 % de los casos
conocidos son mujeres o niñas.
Las ganancias ilícitas totales del trabajo forzoso a causa de la
trata se estiman en aproximadamente 32 mil millones de dólares al
año, de los cuales el 76 % proviene de la explotación sexual. Esta
cifra equivale al Producto Interno Bruto de algunos países
latinoamericanos. Sin embargo, los procesos judiciales y las
condenas en este ámbito representan cifras insignificantes.
Si se comparan las regiones examinadas en el más reciente
Informe mundial sobre la trata de personas (publicado en el
2012), puede observarse que en los países de África y Oriente Medio,
así como en los de Asia meridional, Asia oriental y el Pacífico,
predominan los casos de trabajo forzoso. En América Latina, Europa y
Asia central se detectan más casos de explotación sexual, tal y como
podemos ver en la telenovela argentina que se transmite ahora por el
canal Multivisión (Vidas robadas).
Según el ACNUR, en las últimas décadas se ha experimentado en
Sudamérica un auge en la industria del turismo sexual, sobre todo
con "clientes" de América del Norte, por motivos de cercanía
geográfica.
Otras formas de trata menos frecuentes con fines como el
matrimonio forzoso, la adopción ilegal, la participación en combate
armado, la comisión de delitos menores o delincuencia callejera, e
incluso la mendicidad, representaron el 6 % de los casos detectados
en el 2010 en todo el orbe.
Por otra parte, los delitos relacionados con la trata de personas
tienden a intensificarse cuando ocurren situaciones de emergencia o
crisis políticas. En muchos de estos casos, los criminales escogen a
personas que se encuentran en situación más vulnerable, sobre todo
féminas de todas las edades. A estos factores se suman la pobreza,
la inseguridad, el nivel social bajo y de estudios escasos.
No puede olvidarse que la forma de captación va desde el
secuestro violento al engaño, ofreciendo oportunidades de trabajo o
mediante otro tipo de promesas personales. Estas personas son
manipuladas emocionalmente por los captores, quienes las amenazan
con atacar o herir a sus familiares si intentan escapar o las
chantajean con cualquier otro pretexto. Por miedo, las víctimas
acaban cediendo a las presiones. Sus vidas ya han sido robadas.