Todo por el béisbol

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu

De un tiempo a esta parte, para ventura de quienes vivimos con intensidad la pasión del béisbol, la TV Cubana ha trascendido el seguimiento de las Series Nacionales —transmisiones en vivo altamente profesionales, al nivel de las que se originan en otras latitudes y que en nuestro caso involucran, además, a unidades de control remoto de varios telecentros regionales— en otros espacios que apuntan desde el necesario debate polémico y el reflejo de lo que sucede en ligas foráneas hasta el registro de la memoria histórica.

Entre estos últimos clasifican las emisiones de Confesiones de grandes (Aurelio Prieto Alemán) dedicadas a figuras que han brillado sobre el diamante en la segunda mitad del pasado siglo; Bola viva, producción que combina la discusión del momento y los pronósticos con la teoría y la historia (notables los aportes de Félix Julio Alfonso), y, en fecha más reciente, Béisbol de siempre, que ocupó el final de las tardes sabatinas de Tele-Rebelde durante el verano.

A este nos vamos a referir en las líneas que siguen, por cuanto llenó un vacío en el tratamiento televisual del béisbol y en la memoria de las generaciones actuales. A escala conceptual, lo más importante del espacio concebido y conducido por Yasiel Porto estuvo en subrayar la dimensión del béisbol como parte inseparable del patrimonio cultural de la nación.

Muchos telespectadores pudieron valorar cómo entre la arrancada del Palmar del Junco y la inauguración de las Series Nacionales en el Estadio Latinoamericano hubo otros escenarios y ligas, con protagonistas visibles y diversos avatares, grandezas y miserias condicionadas por las coordenadas socioeconómicas de la primera etapa republicana, que merecen ser contadas y no deben ser enajenadas si queremos justamente calibrar nuestra presente realidad.

También hubo aproximaciones a otros elementos de significación en la complejidad del espectáculo beisbolero. El programa dedicado a los anotadores —tributo especial al inolvidable Alberto Pestana— se inscribió en esa tónica y amplió el conocimiento hacia una de las aplicaciones científicas del análisis estadístico, la sabermetría. Solo hasta muy avanzado el programa el televidente se enteró que la etimología de la palabra no tenía que ver con el saber, sino con las siglas en inglés SABR de la Sociedad para la Investigación del Béisbol Americano (Society for American Baseball Research), fundada en 1971 por Bob Davis y con el término sabermetrics, popularizado hacia 1980 por Bill James.

Cada emisión incluyó la proyección de una película. Hubiéramos deseado una más precisa y razonada introducción de los filmes, con lo que se completaría un arsenal crítico para el disfrute de los mismos, entre los cuales se exhibió una rareza, Honor y gloria (1952), realizado por el pionero del cine cubano Ramón Peón y protagonizado nada menos que por el legendario Roberto Ortiz.

Sé que un espacio como este no encaja entre los llamados a ocupar un sitio en la programación habitual. Pero tampoco hay que considerarlo únicamente en la temporada estival. Posee mucha tela por donde cortar y buscar. Los televidentes aficionados estoy seguro lo agradecerán.

 

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