Queridos compatriotas:
Ante
todo les pido excusas por irrumpir en este momento. Sé lo que
significa este espacio para la familia cubana y les prometo que seré
breve, pero es necesario que esta alocución llegue a la mayor
audiencia posible.
Como se sabe, el próximo 12 de septiembre se cumplirán 15 años de
nuestros arrestos. Todos los años se hace una jornada tanto nacional
como internacional para demandar que se nos haga justicia, pero
queremos que la jornada que se realizará este año entre el 5 de
septiembre y el 6 de octubre sea una jornada única, sea una jornada
especial, protagonizada por ustedes.
Quince años en la vida de un ser humano es mucho tiempo. Los
hijos crecen, se convierten en hombres, en adolescentes; familiares
fallecen y no están más con nosotros; y parte de la población cubana
ha nacido en estos quince años.
Yo cumplí mi sentencia íntegramente, pero tenemos que impedir que
eso suceda con mis cuatro hermanos por todo lo que implica y, aunque
es duro decirlo, tenemos que recordar que eso para Gerardo implica
que si los designios del gobierno norteamericano se cumplen, él
moriría en la cárcel.
Durante estos años hemos tenido como protagonista del cariño al
pueblo cubano. Ese cariño se ha manifestado de todas las formas
posibles en las cartas, en los mensajes, en los dibujos de los niños
y ese cariño es el que queremos que sea en esta ocasión el
protagonista de la jornada.
Yo he tenido ocasión de sentirlo, de vivirlo, de palparlo, de
experimentarlo en las calles de Cuba, de todas las formas posibles y
en cualquier punto geográfico de la Isla y ese es el cariño que le
estamos pidiendo que se manifieste en esta ocasión, donde ustedes lo
hagan de la forma en que quieran, con toda la diversidad que nos
caracteriza como cubanos y en la mejor manera que cada cual
considere en su aula, en su centro de trabajo, en su barrio, en su
proyecto comunitario, que puede ser capaz de manifestarlo.
Para la jornada se están preparando iniciativas que serán
anunciadas, pero creemos que lo más importante es que cada uno de
ustedes se una a esas iniciativas a su manera, de la forma en que
considere que puede hacerlo.
Yo solo tengo para el pueblo una exhortación personal, que
requiere de una historia. Yo quiero que este 12 de septiembre en el
país se produzca un terremoto: un terremoto hermoso, un terremoto de
amor, un mensaje del pueblo cubano al pueblo norteamericano a través
de un símbolo que para el norteamericano medio es un símbolo de
amor, es un símbolo de cariño y es un símbolo que ellos lograrán
entender en su idioma; y ese símbolo es la cinta amarilla.
Quiero que el 12 de septiembre el país se llene de cintas
amarillas y que el visitante o el corresponsal extranjero que esté
en la isla no puedan ignorarlo. Que ese día la Isla de Cuba se
sacuda y aparezcan cintas amarillas en los árboles, en los balcones,
en las personas, como quiera que se les ocurra usarlas, en las
mascotas, como ustedes lo decidan, que esas cintas amarillas llenen
al país y que no pueda ser ignorado, que no pueda dejarse de
reportar al mundo que el pueblo cubano está esperando por cuatro de
sus hijos que están presos en Estados Unidos.
La cinta amarilla es un símbolo que ha entrado en la cultura del
norteamericano, que se inició durante la Guerra Civil inglesa cuando
las esposas de los combatientes los esperaban con cintas amarillas.
Luego fue transmitido a la Guerra Civil de los Estados Unidos y a
través del tiempo con sus altas y sus bajas, ha ido cambiando de
significación hasta que en los años setenta del siglo pasado una
canción que hizo época la volvió a poner en la cultura
norteamericana.
La canción es una hermosa historia de un preso que está al salir
de la cárcel y que lo único que le pide a su prometida es que si aún
lo ama, ponga una cinta amarilla en un árbol. A través de la letra,
de la lírica de la canción, se va desarrollando la ansiedad de ese
hombre que va a salir de la cárcel y su espera por saber si en el
árbol va a estar la cinta amarilla y cuando él llega al lugar lo que
ve en el árbol son cien cintas amarillas.
A partir de ese momento esa cinta se ha convertido en un símbolo
para el norteamericano que espera a alguien en una misión en el
exterior, que espera a un soldado, que espera a un ser querido y ese
es el mensaje que queremos que ustedes le hagan llegar al pueblo
norteamericano: que sepan que el pueblo cubano está esperando a
cuatro de sus hijos. Que no es solamente la familia, que no es
solamente quien los conoce personalmente, sino que hay un país, hay
un pueblo que está esperando a cuatro de sus hijos injustamente
encarcelados en los Estados Unidos.
Contamos con ustedes para eso, confiamos en ustedes. Queremos que
sea una jornada distinta y también queremos que sea la última
jornada y creo que este es el momento de traerlos a casa y para eso
contamos con el apoyo de ustedes.
Muchas gracias.