Orgullo de la ganadería villaclareña

Que todas las niñas sean tan bonitas

Freddy Pérez Cabrera

Si todas las vaquerías de Cuba fueran como la "Niña Bonita", ubicada en las afueras de Santa Clara, de seguro el país no tuviera que invertir cada año los millones que se gasta en comprar la leche en polvo.

Fotos del autorLa esmerada atención que brinda Orley a los terneros resulta decisiva para la supervivencia de la masa.

Sus resultados constituyen una evidencia palpable, de que cuando se labora con responsabilidad, orden y exigencia, los éxitos aparecen solos, sin tener que acudir a fórmulas mágicas.

Al llegar a ese sitio uno se percata de que está en un lugar diferente. La pintura y limpieza de cada uno de sus áreas, la forma de comportarse los trabajadores, quienes se sienten verdaderos dueños de lo que crean, así como la organización de los cuartones, todos cercados y con el sembrado correspondiente, distinguen a la vaquería, orgullo y paradigma de la ganadería villaclareña.

Allí la natalidad supera el 90 % y cada vaca promedia 11,97 litros de leche diarios, a pesar de ser este su primer parto y ser prácticamente unas novillas, lo cual presagia, como aspiran sus trabajadores, que en muy breve tiempo lleguen a superar los 15 litros por animal en explotación.

¿Cómo lo logran? La clave la tiene el veterano Melanio Tomás Díaz, quien sin el más mínimo titubeo nos dice: agua, comida y buen manejo del rebaño, no existe otra fórmula.

Claro, si a eso usted le suma la disciplina y organización del trabajo que ha logrado imponer en el colectivo el joven administrador Juan Tomás Apolonio, entonces podrá entender por qué en ese sitio las cosas funcionan como un reloj.

Los secretos de Niña Bonita

Denia Corrales Gutiérrez es la técnica veterinaria de la vaquería. Ella conoce al dedillo la historia de de esa entidad, la cual tuvo un momento de esplendor hace muchos años, y que luego, por la falta de sistematicidad y otros factores, cayó en el abismo, hasta que hace poco más de un año llegó la resurrección a la unidad perteneciente a la Empresa de Cultivos Varios Valle del Yabú.

Fotos del autorLa garantía de agua y pastos a las 40 vacas en ordeño de Niña Bonita les permite aportar más de 400 litros de leche diariamente.

"Aquí se destruyeron los cuartones y las fuentes de abasto de agua, hubo un abandono de la siembra de alimentos para los animales y de la lógica reposición del ganado, el cual se volvió improductivo, llegando a promediar unos tres litros de leche por vacas en ordeño", reconoce la especialista.

Lo primero que hicimos fue poner bonito el lugar, luego redimimos los cuartones, a la mayoría de los cuales situamos cercas eléctricas y lo sembramos de diferentes pastos, quedando en condiciones de adquirir novillas de alto potencial productivo en un centro genético de Matanzas, expone la técnica.

Como resultado de aquellas acciones, hoy tienen unas 800 toneladas de comida sembrada, cuando en realidad necesitan solo 650 para sustentar la alimentación de todos los animales que poseen.

Entre las principales variedades de pastos plantados figuran 30 hectáreas de king grass, seis de leucaena, dos de caña e igual cantidad de morera, además de tener un banco de semillas que les permite garantizar el futuro.

Al respecto, Melanio Tomás afirma que para tener ganadería, lo primero que debe asegurarse son la comida y el agua porque de lo contrario aparecen la alta mortalidad y los bajos rendimientos productivos.

Menciona, además, otros elementos a tener presentes como la reproducción, la introducción de la inseminación y el desarrollo de una adecuada política genética, factores que se han tenido en cuenta en Niña Bonita, de ahí los resultados exhibidos.

Acerca de la organización del trabajo en la entidad, explica que son 11 quienes allí laboran, de los cuales diez están vinculados directamente a la producción, incluyendo al administrador, a partir del multioficio.

Decisiva ha sido la atención a los animales, los cuales rotan cada siete días por cada cuartón, permaneciendo sueltos de día y de noche, de modo que puedan comer el tiempo requerido.

"Nosotros hacemos el primer ordeño bien temprano, luego los llevamos a los cuartones, de modo que aprovechen la fresca para comer. Allí están hasta cerca de las 11:00 a.m., cuando son traídos hasta las naves a fin de que descansen a la sombra; a las dos de la tarde realizamos el segundo ordeño y de ahí al campo nuevamente", explica.

Sobre el tema del robo de animales, expresa que "aquí no existe eso de encerrar las vacas de noche para que no se las roben, y no se ha perdido una solita gracias al sistema de vigilancia de los propios trabajadores".

Por su parte, el joven de 21 años, Orley León Díaz, encargado de atender la maternidad, asegura que de su familia aprendió a amar el oficio de ganadero, una pasión que lo atrapa hace cinco años y en la cual piensa permanecer.

"A mí no se me ha muerto un solo ternero porque los trato como a un niño chiquito. Les doy la leche calentica y a su hora, más el pienso y el heno correspondientes, y si se enferma alguno no me voy de aquí hasta tanto no esté fuera de peligro", expone el joven, quien se muestra complacido con el salario que percibe de unos mil 300 pesos mensuales.

Al contemplar ejemplos como este, cabría preguntarse por qué estas excepciones no pueden constituirse en regla. Qué bueno sería que todas las niñas fueran tan bonitas.

 

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