12 DE AGOSTO DE 1933

La fuerza del pueblo derrocó al asno con garras

Como resultado de la Huelga General Revolucionaria, el 12 de agosto de 1933, el pueblo derribó la dictadura impuesta en Cuba por Gerardo Machado.

Las duras consecuencias de la larga y profunda crisis económica mundial iniciada en 1929, unidas a la política de terror, crímenes y saqueo del régimen proimperialista, habían llevado a una situación insostenible que demandaba la salida del tirano.

El país se paralizó totalmente desde la medianoche del 5 de agosto. Dos días después, la masacre perpetrada frente al Capitolio, con un saldo de 18 muertos y más de cien heridos, compulsó a las masas —en cuya organización jugó un papel decisivo Rubén Martínez Villena— a llevar su acción hasta las últimas consecuencias.

El gobierno estadounidense de Franklin Delano Roosevelt, alarmado por la situación, fraguó una intervención sin marines ni cañones, sino con el envío del embajador Benjamin Summer Welles, con el fin de mediar para encontrar una solución a la crisis. Pero Welles no contó con organizaciones revolucionarias como el Ala Izquierda Estudiantil, el Directorio Estudiantil, la Confederación Nacional Obrera de Cuba y el Partido Comunista, que desempeñaron un importante papel en el derrocamiento de Machado —el bien llamado por Villena el asno con garras— y todo lo que él representaba.

Era evidente la grosera injerencia del imperialismo yanqui en los asuntos internos de Cuba. Pero el propio Welles, el 7 de agosto, envió un cable al secretario de Estado, Corder Hull, describiéndole alarmado: "La huelga general se ha extendido ahora a toda la República. Todos los medios de transporte están paralizados. Los empleados del Gobierno en los departamentos de Sanidad, Comunicaciones y Hacienda se declaran en huelga¼ ".

Washington comprendió la gravedad del panorama creado y, ante la inminencia de la caída del régimen, instruyó a Welles para que presentara un ultimátum a Machado.

Fue la presión de las masas la que obligó a que el imperialismo exigiera al ejército que desalojara de la presidencia al títere, ya inservible a los intereses de Washington.

Pero al día siguiente de la huida del tirano, dos buques de guerra yanquis arribaban al puerto de La Habana para recordar la vigencia de la Enmienda Platt. Las ansias de libertad y soberanía de los cubanos tendrían que esperar hasta el 1ro. de enero de 1959 para fructificar.

 

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