Discos de música ocupados por la tiranía

Marta Rojas

Música patriótica y música clásica universal, fuerte: los discos que ocuparon los soldados que irrumpieron en el Hospital Civil Saturnino Lora de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953 sobre un banco, en uno de los pasillos se correspondían a esas especificaciones requeridas por Fidel.

Basándose en relatorías, el Ejército consideraba un desafío innombrable la letra, en español, de La marsellesa.

A esto se suma el Himno Nacional, del Himno Invasor, y la grabación del discurso del líder ortodoxo Eduardo Chibás, que el propio Chibás nombró "El último aldabonazo". Todo habría sido propalado por la emisora Cadena Oriental de Radio, una vez que —según los planes—, se tomara por sorpresa el cuartel Moncada, Regimiento Antonio Maceo, segunda fortaleza militar del país. El formato del programa debía iniciarse con el llamamiento de la nación, a leer por Raúl Gómez García.

Ocupada la retaguardia del hospital, tras el heroico combate de Abel Santamaría y sus compañeros, se efectuó la requisa y obtención de esas "flagrantes" pruebas de la convocatoria al pueblo para sumarse al movimiento revolucionario organizado y dirigido por el joven abogado, doctor Fidel Castro, muy conocido hasta entonces, fundamentalmente, como un activo dirigente estudiantil en sus años universitarios.

En el Sumario de la Causa 37 por la cual serían juzgados los sobrevivientes de las acciones del Moncada y del cuartel Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo M.N (1), aparecía la relación de las grabaciones y los discos como prueba de convicción del llamado a la lucha armada para derrocar el "gobierno espurio", el "régimen de facto" implantado por el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952.

Adolfo Alomá Serrano, Oficial de Sala de la Audiencia, y empleados de la Secretaría, me permitieron conocer algunas páginas del Sumario, como las actas de defunción y de pruebas documentales y en breve tiempo pude anotar algunos de los títulos de los discos de música universal que complementarían el programa radial previsto para después de la ocupación del Moncada, invitando al pueblo a sumarse a la lucha:

El himno francés La marsellesa; La polonesa, de Frédéric Chopin; Sinfonía de Haydin, Sorpresa; El corsario, música de Giuseppe Verdi; Sinfonía No. 3 Heroica de Ludwing van Beethoven; Sinfonía No. 1 Titán de Mendelson; también de Beethoven, Fidelio; Oda de Kodaly Zoltán, y otras grandes obras de la música universal, habían sido requisadas.

La letra y música consideradas más peligrosas estaban contenidas en los himnos, comenzando por La Bayamesa (nuestro Himno Nacional), el Himno Invasor y La marsellesa.

Según Alomá, basándose en relatorías, el Ejército consideraba un desafío innombrable la letra, en español, de La marsellesa:

Marchemos, hijos de la Patria, /¡glorioso día luce ya! / otra vez el sangriento estandarte / los tiranos se atreven a alzar, /los tiranos se atreven a alzar... (bis).

Los discos ocupados habían sido adquiridos por una asidua cliente de la discoteca de Zenaida y Polo (así se le conocía popularmente), ubicada en el edificio de Radio Centro (23 y L), al lado del entonces cine Warner. La encargada de comprarlos fue la compañera Nati Revuelta, cliente asidua de la discoteca (2), pues no era prudente que uno de los futuros asaltantes hiciera semejante selección y compra; por ejemplo Montané que se ocupaba de las finanzas. El paquete de discos, que podía tener el alto de una cuarta de una mano, le fue entregado al doctor Fidel Castro junto a Abel Santamaría y Gildo Fleitas, por la propia Nati, en una pequeña oficina de contadores que estos dos últimos tenían en la calle Consulado número 9.

Sobre lo que ocurrió después, recuerda Pedro Trigo, integrante del contingente del Movimiento de la Generación del Centenario que viajó a Santiago, cómo: "En la noche del 25 de Julio, Fidel, Abel y Gildo, decidieron en La Plaza de Marte, de Santiago, cerca del Hotel Rex, que fuera Raúl Gómez García quien se ocupara del programa, haciendo propalar la música, en la Cadena Oriental de Radio, pues la persona (3) en quien pensaron para que lo hiciera y Fidel fue a buscar, creyéndolo confiable, no se encontraba en Santiago, había viajado a La Habana y Gómez García quien también leería el Manifiesto del Moncada a la Nación, llevó con él los discos al Hospital Civil, donde lo apresaron la mañana del 26 junto a Abel, el doctor Mario Muñoz. Radioaficionado, y demás compañeros, luego asesinados". Entre estos se encontraba su hermano Julio Trigo.

Nadie podría dudar que hasta en este singular llamado al combate apoyado en la música, estuviera explícita la enseñanza de José Martí.

En reciente conversación con la doctora Zoila Lapique Becali, erudita en el conocimiento de la cultura nacional desde los anales, esta nos dice, lo que más ampliamente está expresado en su obra Música Compositores e Intérpretes 1570-1902, lo cual subraya la valía del pensamiento martiano con respecto al Movimiento revolucionario que protagonizó la gesta.

El periódico Patria, fundado por Martí el 14 de marzo de 1892, para la propaganda revolucionaria en su lucha por la liberación nacional, publicó, a los tres meses de su fundación, dos obras musicales para canto y piano: La bayamesa "himno patriótico cubano" y la danza La borinqueña, himno por tradición de los boricuas, acompañados de textos históricos. El propósito político era evidente, según se enuncia en el número correspondiente al 3 de septiembre de 1892. Dice Patria: "Mañana no habrá hogar antillano donde no se oigan los acordes que conservan vivo el fuego patriótico de los hijos de Lares respondiendo a las notas valientes del himno que más de una vez ayuda a triunfar a los hijos de Yara".

Puede entenderse, claramente, que nuestro futuro Himno Nacional, fuera para los sicarios una prueba de convicción flagrante en cuanto a los arrestos de los combatientes del Moncada, cuando, siguiendo el estudio de Zoila, ella misma recuerda el escrito de Martí, también en Patria, refiriéndose a lo que él mentaba siempre como "el himno de Figueredo, la Bayamesa" y la importancia de la difusión, oral o escrita, de su letra y música:

(... ) para que lo entonen todos los labios y lo guarden todos los hogares; para que corran, de pena y de amor, las lágrimas de los que lo oyeron en el combate sublime por primera vez; para que espolee la sangre en las venas juveniles, el himno a cuyos acordes, en la hora más bella y solemne de nuestra patria, se alza el decoro dormido en el pecho de los hombres... —decía el Apostol.

Tampoco podía faltar en la hora del Moncada una música propia de aquellos jóvenes, de ahí que estos llevaran también la letra de su canto propio: el Himno de la Libertad, que luego del asalto a la fortaleza él ampliara y es conocido hoy como La Marcha del 26 de Julio, cuya primera estrofa anuncia: Marchando, vamos hacia un ideal / sabiendo que hemos de triunfar / en aras de paz y prosperidad / lucharemos todos por la libertad.

1.-Bayamo, M.N. (Monumento Nacional)

2.-Discoteca, de Zenaida y Polo. Discoteca era el lugar donde se vendían discos musicales.

3.-Pedro Trigo se refiere al comentarista radial Luis Conte Agüero.

 

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