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Con el escultor Enrique Ávila
“Cada imagen ha sido un desafío y un regalo”
Dilbert
Reyes Rodríguez y
Eduardo Palomares Calderón
Tanta ha sido su pasión por la historia patria, y tanta la
admiración por sus protagonistas, que Enrique Ávila González
agradece como nadie la suerte natural de haber sido escultor.
El
escultor Enrique Ávila.
Es que la nobleza espiritual y la grandeza de los hombres pocas
veces pueden reproducirse en una forma material, volumétrica,
tangible, que logre reflejar del modo más fiel y natural la
integridad y el carácter verdadero de las figuras legendarias.
Para eso existe el arte, para intentarlo lo mejor posible, y
Ávila, dejándose arrastrar por su pasión profunda, lo ha conseguido
de una manera espléndida. Con una combinación exacta y paradójica de
sencillez gigantesca, solidez y delicadeza, terminó coronando las
dos plazas más importantes de Cuba, con los rostros austeros y
vigilantes de tres nombres inmortales.
La noticia de estos días sigue siendo Santiago y su Moncada; y
destaca el regreso a la ciudad del Comandante Almeida. El arte de
Ávila concretó al fin un sueño acariciado, y ya la imagen de acero
se erige majestuosa, en una presencia artística que el caminante
advierte tremendamente viva y perpetua.
"El mayor desafío fue hacer a una gran persona que yo conocí. A
Camilo y al Che no, pero a Almeida sí tuve el privilegio de
conocerlo, de conversar con él, de hablar incluso del relieve
escultórico que dedicamos al Señor de la Vanguardia.
"No obstante, para hacer una imagen de él en Santiago, no
necesitaba más motivos que la identificación con esta urbe, el
entrañable cariño que aquí cosechó, y el paralelismo con Antonio
Maceo, que mereció por su trascendental papel en la gesta
libertaria. Y por eso está como mirando a la estatua ecuestre del
Titán de Bronce".
Casi 15 toneladas de acero necesitó la creación del relieve
escultórico, para cuya factura, Enrique Ávila otra vez contó con el
apoyo inestimable de los tres ayudantes que lo acompañaron en los
proyectos del Che y Camilo, de la Plaza de la Revolución, en La
Habana: "Román Acosta, un pailero excelentísimo; Rafael Torres, un
pintor con destreza para trabajar en las alturas, y Alberto Suárez,
magnífico soldador y también pailero", destaca Ávila.
DESCUBRIR LA FORMA
"De todos los rostros el que más trabajo me dio fue el del Che.
Resultó de un concurso al que asistí por invitación, con otros 15
proyectos. Mi duda fue decidir el material, si de cerámica, si de
hormigón¼
"Hice muchísimos dibujos y bocetos sobre las formas posibles,
hasta que vi a mi hijo trazando líneas en un papel. Me sorprendí con
la tremenda austeridad y sencillez que de pronto me sugirieron esas
líneas, y de inmediato las comparé con el carácter del Guerrillero
Heroico. Solo faltaba escoger el material, y a esas alturas de la
inspiración no podía ser otro que el acero, como su temple.
"Otra cosa fue la foto de Korda. Es tan artísticamente impecable,
que se presta con absoluta perfección a cualquier manifestación
plástica. Cuando seleccionaron mi proyecto fui enseguida a la casa
de él y le dije: ‘Mira, Korda, voy a hacer una escultura de tu
foto’.
"Él se empezó a reír y brindamos por su realización, y una vez
terminada e instalada la escultura, en 1993, lo llevé y le dije:
‘Vaya, ahí tienes tu foto.’"
LA CONCEPCIÓN DE CAMILO
"Al año siguiente de concluir el monumento al Che, en 1994, me
entregan la réplica del machete de Máximo Gómez, en una ceremonia a
la que asistieron Raúl y Almeida. Al finalizar, en una recepción con
los homenajeados, Almeida se acerca para llevarme con Raúl, que
quería hablar conmigo. En efecto, me sugiere realizar la escultura
de Camilo en el edificio del Ministerio de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias.
"Lamentablemente, el voladizo de la base del MINFAR no permitió
hacer a Camilo hasta mucho después, cuando se levantó una pared en
la sede del Ministerio de Comunicaciones, y en el 2009 pudo
instalarse allí".
ALMEIDA EN SU SANTIAGO
"Sobre la oportunidad de crear una imagen similar de Almeida, la
considero tan especial como las dos anteriores. Si Raúl dijo que la
ciudad de Santiago debía quedar más bonita que antes del ciclón,
esta escultura refuerza ese criterio.
"Finalmente, estoy muy complacido con la obra. La considero un
desafío cumplido para un momento histórico especial. Yo no fui al
Moncada ni estuve en la Sierra, pero esculpir a alguien que sí
sirvió a la Patria, es un aporte desde lo que modestamente sé hacer.
"Pienso que si el Moncada de un obrero o de un campesino de hoy
es producir, entonces el mío puede ser regalarle esta imagen del
comandante Almeida al pueblo de Santiago, que es regalárselo también
al pueblo de Cuba". |