El primer ministro británico, David Cameron, insistió en descartar la creación de inseguridad para los negocios en caso de un referendo sobre la salida y permanencia del Reino Unido en la Unión Europea.

Cameron admitió que sería un error realizar una consulta popular sobre el mencionado tema en estos momentos, cuando aún está pendiente una negociación para concertar un nuevo acuerdo de relaciones entre esta nación y la Unión Europea.

Sin embargo, una vez negociados los términos, incluida la repatriación de funciones de la Unión Europea que exige Londres a su favor, entonces si se deberá efectuar el plebiscito, estimó el jefe de Gobierno conservador.

En enero pasado, presionado por miembros de su propio partido y ante el crecimiento de la corriente euroescéptica en el país, Cameron se vio obligado a anunciar la posible realización del mencionado referendo a mediados del 2017.

Pero la consulta popular solo tendrá lugar si los conservadores ganan los comicios generales del 2015, aclaró el primer ministro.

Los liberal-demócratas, los socios menores de la coalición gubernamental, se oponen a un plebiscito que implique una decisión sobre la permanencia del Reino Unido en el bloque comunitario y se refieren a las negativas consecuencias económicas para Londres.

Dejar a un lado el asunto de la consulta "sería como esconder la cabeza en la arena y pretender que no existe ningún problema con Europa", declaró el jefe de Gobierno. "Hay un problema que debo arreglar", agregó.

Al mismo tiempo, Cameron recalcó la negativa británica de unirse a la moneda única europea y reafirmó el interés de su nación de mantener la circulación de la libra esterlina.