¿Por
qué no ganamos ni siquiera un juego de pelota en el tope bilateral
con la selección universitaria de Estados Unidos, finalizado el
pasado martes en la ciudad de Durham, Carolina del Norte?
Más allá de consideraciones técnicas y de matices tácticos,
incluso, de la calidad del adversario, que la tiene, pese a ser un
elenco cuyos integrantes no pasan de los 23 años, la respuesta, en
nuestra opinión, pasa por acabar de ordenar el deporte nacional.
La pelota, lo hemos dicho en varios artículos, es deporte sí,
pero también identidad nacional, en el mundo identifican al cubano
con ella, como mismo lo hacen con el ron, la caña de azúcar, el
tabaco o el son. Entonces es mucho más, por eso justamente es la
pasión de este pueblo.
Un tope, entendido como una de las categorías de la preparación
del deportista, tiene que tener un objetivo general y otros
específicos. Se emplea en los periodos competitivos, es decir, cerca
del torneo fundamental para evaluar la puesta en forma deportiva,
también para modelar las situaciones de juego frente a un
determinado rival, o en aras de ajustarse a husos horarios muy
diferentes.
Un ejemplo, positivo por demás, fueron los partidos jugados
semanas antes del III Clásico Mundial. De igual manera se utilizan
en pos de ir midiendo el resultado de estrategias ya trazadas a
largo o mediano plazo, como los que se jugaron seis meses antes del
mencionado Clásico, en Asia.
Este que se celebró en varias ciudades norteamericanas podría
tener esa última acepción, considerando que se trataba del inicio
del largo camino de cuatro años, hasta el 2017, a la magna cita
mundialista. Sin embargo, así pensamos, la falta de un criterio en
consonancia con ese objetivo, lo frustró. Y no por eso dejamos de
ganar uno u otro partido, sino que, y es lo más peligroso de no
corregirse a tiempo, pudiéramos perder todavía más.
Si el tope tenía esas características y daba la posibilidad de
enfrentar un béisbol de calidad, con mucha organización, y exigente,
pues la afición es muy conocedora como la nuestra, ¿por qué la
presencia de peloteros que sabemos no llegarían al 2017, acorde a la
demanda de un Clásico? ¿Por qué la ausencia de otros con
perspectivas no solo de desarrollo en el tiempo, sino además por las
cualidades ya mostradas?
No se pueden confundir los fines de preparación con estímulos,
una acción de esa índole no puede ser lastrada por la buena
intención de premiar a quienes alcanzaron determinado mérito.
Estaríamos dañando al que supuestamente estimulamos y también al
desarrollo.
La ocasión se pintaba para enviar un conjunto de futuro, con
algunas figuras establecidas o más curtidas, pues también aunque
tope, un juego incluye la aspiración de ganarlo. Digo algunas,
porque no pocos nombres están metidos en un terreno de pelota desde
noviembre del 2011, cuando se inició la 51 Serie Nacional, que
terminó en abril del 2012, siguieron al mismo tope que se jugó
ahora, pero en La Habana, y continuaron en Rótterdam apenas una
semana después.
Concluyendo allí, un grupo fue a México y a Asia, y hay quienes
fueron a los dos, preparándose en topes para el Clásico; regresaron
y se incorporaron desde noviembre a la 52 Serie, que paró en febrero
para entrar en el periodo competitivo del evento grande del planeta.
Salieron a topar a finales de febrero a Taipei de China y a Japón;
retornaron a la segunda etapa de la temporada, más fuerte por la
iniciativa de los refuerzos. Al finalizar, el pasado mayo, otra vez
Rótterdam, y de ahí a este tope.
No solo puede aparecer el cansancio físico, sino el agotamiento
mental, el agobio. Y pasó: Tomás no se poncha así tan fácil, ni le
cae un elevado delante como si fuera un colegial; tampoco a Willian
Luis se le corre con la bola en la mano. Parecían congelados en un
terreno de pelota, justamente donde ellos tienen más vida.
Si los topes se ganan, bien, si se pierden, como ocurrió en
cuatro de los cinco choques por detalles que han de pulirse, no pasa
nada, al contrario, se trabaja para corregirlos. Pero cuando se
pierde porque el objetivo estaba desvirtuado, entonces la derrota no
apareció en el terreno ni porque se robaron tantas o más cuantas
veces, asomó antes de jugar.
Hay que acabar de una vez y por todas, y ha de ser desde nuestra
series, aplicando el principio socialista de a cada cual según su
capacidad y a cada cual según su trabajo, con la falta de
concentración en el partido de nuestros jugadores o lo que es lo
mismo, la concentración en actividades extradeportivas.
Peloteros buenos tenemos, entrenadores y directivos con capacidad
para avanzar a nuestro verdadero nivel también, pongámosle ciencia
al asunto, pensamiento y no improvisación, démosle al pelotero lo
que él sea capaz de ganarse con su actitud y resultado. En otras
palabras, motivémosle a hacer lo que mejor le sale: la pelota, así
los topes, ganémoslos o no cumplirán sus fines, el campeonato cubano
podrá aportarle mucho más al ansiado resultado internacional, y el
espectáculo beisbolero a la sociedad.