Jim Schlassangle, mentor de los locales, le dio la pelota al
mejor prospecto de su equipo, el zurdo Carlos Rodón, quien tenía con
los aficionados del Durham Bulls Park el compromiso de regalarles su
gran pitcheo. Y el hijo de esta localidad no los hizo quedar mal.
Este fue el regalo a su afición: se enfrentó a 22 cubanos, a la
mitad los ponchó, no dio boleto, le pegaron solo dos jits. Nadie le
pisó segunda y solo tres les sacaron la bola del cuadro. Se fue con
seis y dos tercios y el juego tres por cero, para darle al también
carolinero Morrison la posibilidad de lucirse, pero Cuba, apagada
durante siete entradas durante dos horas y media y con el marcador
castigándola 5-0, cargó jits consecutivos de Edilse Silva y Yulieski,
de emergente por el receptor, para dejar la escena lista.
El jonrón de Lázaro Herrera, el único de esta serie, y con un
estadio que temblaba por la euforia de ver brillar a sus ídolos,
apuntalan su condición de pelotero corajudo que señalábamos la
víspera, cuando decepcionó a todos por su pésima actuación en la
receptoría. El aplauso de sus compañeros fue el reconocimiento a esa
importante cualidad y a la oportunidad de cerrar el choque 5-3.
Con el juego con dos de desventaja, la dirección del conjunto
optó porque no se le despegara más el rival y envió a la lomita a
Raciel Iglesias, quien cumplió la misión.
Pero ya no había remedio, el dominio de Rodón y la mejor ofensiva
de los estadounidenses en este tope no permitieron la remontada,
pero sí que no quedara la imagen que estaba dando la escuadra cubana
ayer, totalmente desinflada, hasta ese octavo episodio, cuando el
propio graderío le pidió ver sus mejores atributos.
Fue la segunda barrida norteamericana en la historia de estos
topes.