No intervine en el Congreso; ese era el espacio de delegados y
miembros del Comité Nacional, elegidos desde la base para
representar a sus colegas. Por eso, desde mi condición de invitado,
preferí este ejercicio de la profesión para compartir lo que allí
sucedió con el sujeto de la cita, de cada edición de los periódicos
o emisiones de la radio y la TV: el pueblo.
Y justamente fue el receptor de los mensajes, convertido hoy
también en el emisor más importante, como lo demostró en esa escena
la experiencia del sitio web Cubadebate, el eje de los análisis de
este fin de semana en el Palacio de Convenciones, cuando nos
preguntábamos qué periodismo necesita hoy la Revolución y el
socialismo que construimos o al cuestionarnos nuestra propia
credibilidad, categoría que solo otorga quienes nos ven, leen o
escuchan.
Al trabajar para ustedes, es bueno comentarles que no hubo
autocomplacencia en las intervenciones, fue lo mejor. Si bien fueron
expresadas las carencias que en el orden de aseguramiento lastran el
impacto de la prensa, las esencias pasaron por reconocer, como dijo
Pepe, el José Alejandro Rodríguez del Acuse de recibo de Juventud
Rebelde, que el periodista es un constructor del socialismo y, en
esa enorme responsabilidad, tenemos aún inconformidades y deudas.
O como dijo la joven Amelia Duarte, jefa de Cultura de este
diario, levantemos ese socialismo compartiendo con las experiencias
de los que tienen más años y con las ganas de hacerlo que tenemos
nosotros, sin repetir los mismos errores.
Nos exigimos contar las historias que a diario escribe este
pueblo, darles espacio en nuestros medios a los protagonistas,
entiéndase al obrero, al pintor de brocha gorda de la Calzada de 10
de Octubre, del que habló la Doctora Zenaida Costales, del
deportista o el artista, encorchetados en nuestros espacios
periodísticos en un récord o en la nota alta de un concierto, sin
verlo en toda su humanidad de carne y hueso.
También nos demandamos llevar a la sociedad las transformaciones
que esta vive al latir la actualización del modelo económico que
desarrollamos, para lo cual es indispensable la preparación y la
autopreparación, porque en ello va la credibilidad no solo de la
prensa, sino de la propia Revolución. Y no es que no seamos
creíbles, solo que tenemos que responder a la confianza que ese
pueblo lector, televidente o radioyente siempre nos ha tenido.
Requerimos construir nuestra propia agenda mediática; de no
esperar a que venga de arriba o de la mediación externa. Nos
autoexigimos dejar el papel de unidades ejecutantes, por el de
pensantes, además.
Precisamos de la fuente el reconocimiento del papel de la prensa,
no para que nos haga el trabajo o solo realice el mero acto de
darnos información, sino por la importancia que tiene para que esa
información le llegue al pueblo, con lo cual cumplimos el derecho de
este refrendado en el artículo 53 de nuestra Constitución.
Fue un fin de semana de pasiones por la verdad, un Congreso de la
unidad, entre los periodistas que supimos compartir lo que hacemos
para legarnos las mejores prácticas; y entre la prensa y el Partido,
sí, porque no nos concebimos sin él, en tanto prensa en Revolución.
Allí llevamos al decano de siempre de nuestra facultad, a Julito
(García Luis), quien nos entregó su Revolución, Periodismo,
Socialismo, La prensa y los periodistas cubanos ante el siglo XXI,
su testamento profesional, que nos lo hace eterno, porque en esa
obra están las soluciones a las exigencias que nos continuamos
planteando, ahora desde otro momento y otras perspectivas.
Nos lanzamos al debate del periodismo desde la altura de la
ciencia, con dos profusas investigaciones de la Máster Rosa Miriam
Elizalde y el Doctor Raúl Garcés, y desde ellas fueron brotando las
experiencias, causas y consecuencias, de las insuficiencias que nos
señalamos.
Y salió el tema de que llevamos discutiendo los mismos asuntos en
cada Congreso, sin resolverse, y que la Unión de Periodistas de Cuba
(UPEC) debería dejar claras sus líneas de trabajo presentadas ante
el plenario. En nuestra opinión, la organización se realiza en los
medios, y es allí, con los actores de la política informativa,
directivos y periodistas, donde encontraremos las respuestas, que no
pueden salir ni de un Congreso y mucho menos desde un ejecutivo.
Raúl dijo el pasado domingo 7 de julio "hay que vivir en programa
para no vivir improvisando". En un paralelo con esa frase, podíamos
situar en el trabajo de la prensa "vivamos en permanente Congreso";
debemos decirnos lo que nos dijimos este fin de semana, lo mismo en
la redacción que en los consejos editoriales, y las soluciones
aparecerán más temprano. Las responsabilidades las tenemos nosotros.
Poco más de una hora y quince minutos nos habló, en este IX
Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba, el miembro del Buró
Político y Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de
Ministros Miguel Díaz-Canel Bermúdez. No hizo un simple acto de
orientación con una agenda llena de indicaciones; nos ayudó a ver
cómo es importante volver sobre los mismos temas, porque los
momentos son diferentes, en plena consonancia con el concepto de
Fidel de que "Revolución es sentido del momento histórico".