El objetivo de aquel incipiente empeño no solo contemplaba evitar
la futura repetición de desastres similares, sino también almacenar
suficientes reservas de agua dirigida a garantizar el suministro al
sector residencial y apoyar el desarrollo agrícola e industrial
impulsado por la naciente Revolución, aun en periodos de intensa
sequía.
Fruto de esa acertada política, el país dispone hoy de 242
embalses administrados por el Instituto Nacional de Recursos
Hidráulicos (INRH), capaces de almacenar alrededor de 9 000 millones
de metros cúbicos, mientras el 96 % de la población tiene acceso al
agua.
A lo anterior habría que sumar varios cientos de presas pequeñas
manejadas por el Ministerio de la Agricultura (el mayor consumidor
del vital líquido en la nación) y el Grupo AZCUBA, que en su
conjunto aportan cerca de 500 millones de m3 adicionales.
Un estudio realizado en el 2005 puso de manifiesto que debido a
la falta de mantenimiento y otros problemas acumulados, existían en
el archipiélago cubano 75 embalses subutilizados, cifra que cuatro
años más tarde se elevó a 106, al faltar el respaldo financiero
necesario para acometer las labores dirigidas a revertir tan
desfavorable situación.
Como afirman a Granma los ingenieros Abel Fernández Díaz,
al frente de la Dirección de Uso Racional del Agua del INRH, y
Yunior González Núñez, especialista principal y jefe de
Departamento, durante los últimos dos años se ha trabajado de manera
sistemática y coordinada hacia el logro de ese estratégico
propósito, que tiene entre sus finalidades principales aumentar la
cantidad de tierras cultivables beneficiadas por el riego para la
producción de alimentos.
Estas labores incluyen la reparación de presas, derivadoras y
canales magistrales, e involucran a seis brigadas especializadas con
una fuerza laboral estable, y dotadas de los equipos y herramientas
adecuados.
Por ser los mayores clientes del agua embalsada a nivel nacional,
el MINAGRI y AZCUBA participan junto con Recursos Hidráulicos en las
mencionadas acciones.
Según precisaron ambos expertos, actualmente el número de
embalses subutilizados en el país descendió a 55, y se localizan
fundamentalmente en las provincias de Pinar del Río, Artemisa,
Cienfuegos, Villa Clara, Camagüey, Holguín, Las Tunas, y el
municipio especial de Isla de la Juventud.
Resulta conveniente añadir que esa condición agrupa a las presas
cuyo nivel de empleo es inferior al 75 % del volumen retenido.
De la cantidad citada, 35 aprovechan menos del 25 %, y la mayor
parte tributa a los sistemas productivos del Ministerio de la
Agricultura, como único beneficiario.
En esos embalses existen unos 566 millones de m3 de agua
sin un destino útil, que bien pudieran contribuir a impulsar
diversos renglones de la rama agropecuaria.
Indicó el ingeniero Abel Fernández que todavía no se explotan
aproximadamente 778 millones de metros cúbicos del preciado recurso
disponibles en nuestras presas, los cuales pudieran destinarse a
diversos fines, como puede ser la cría intensiva de peces.
Ratificó, además, el buen estado técnico y la seguridad de la
inmensa mayoría de estas obras para enfrentar cualquier evento de
intensas lluvias que se origine en el transcurso del periodo húmedo
(termina el 31 de octubre).
Junto al rescate de decenas de kilómetros de canales magistrales,
el Estado cubano prioriza la recuperación de cantidades apreciables
de agua que hoy se pierden por las ineficiencias existentes en las
conductoras y redes de distribución del líquido.
Al respecto, los dos especialistas del INRH mencionaron los
trabajos de rehabilitación que se ejecutan en varios municipios de
la capital, y en las ciudades de Camagüey, Manzanillo, Bayamo,
Holguín, Guantánamo, Santiago de Cuba (casi terminados), Baracoa,
Las Tunas, Nueva Gerona, y Trinidad.
Recordaron que Cuba carece de abundantes recursos hídricos y la
única fuente para su formación son las precipitaciones, sometidas
siempre a los caprichos de la naturaleza.
De acuerdo con los indicadores internacionales establecidos,
nuestro país ocupa el lugar 105 en una lista de 182 naciones, al
tener un índice de disponibilidad potencial de agua de 3 404 metros
cúbicos por habitante al año, que clasifica dentro del rango de
bajo.
Ello obliga a trabajar fuerte en la dirección de hacer un uso
racional y productivo de la misma, evitar el derroche en el sector
estatal y residencial, e implementar sistemas de riego más
eficientes en la agricultura.
Seguir disminuyendo el número de embalses subutilizados forma
parte de esta cruzada por la seguridad alimentaria y el bienestar de
los cubanos. Lo anterior pasa por garantizar el uso eficiente de la
infraestructura construida, y la gestión de riesgos asociados a la
calidad del agua y a fenómenos meteorológicos extremos.