Otros dos héroes del moncada:
Ñico López y Ciro Redondo
Marta Rojas

Antonio López Fernández, Ñico López, el
primer asaltante que conoció al Che y le habló de Fidel y
los hechos del 26 de Julio. |
Ciro Redondo García, cuyo nombre ostentaba la
Columna 8, comandada por Ernesto Che Guevara.
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Fue en Guatemala, cuando Ernesto Guevara, el Che, colaboraba con
los planes agrícolas en el gobierno revolucionario de Jacobo Arbenz,
que Antonio López Fernández "Ñico" conoció al joven médico argentino
y este supo por él todo lo relacionado con los hechos del 26 de
Julio de 1953 y escuchó testimonios de primera mano sobre el joven
abogado Fidel Castro, jefe del asalto al Moncada.
También sería Ñico López quien pusiera en manos de Ernesto
Guevara un ejemplar de la primera edición clandestina de La
Historia me Absolverá. Ñico y Calixto García habían participado
en la acción de Bayamo; fallido el asalto sorpresivo al Cuartel
Carlos Manuel de Céspedes, junto a otros compañeros, tuvieron un
enfrentamiento a tiros en la ciudad de Bayamo, enfrentando a un
jeep repleto de militares. Pero, afortunadamente, no pudieron
ser apresados. Lograron llegar a La Habana y poco tiempo después
viajaron a Guatemala como refugiados políticos.
Luego, ya en México, Ñico López también fue el puente que
relacionó al Che con los futuros expedicionarios del Granma. Se
conoce de la conversación de Ernesto Guevara con Fidel en México, su
integración inmediata a la pléyade de futuros expedicionarios del
Granma, al igual que Ñico López, muerto en el desembarco; no así
Calixto García que alcanzó los grados de Comandante del Ejército
Rebelde y luego general de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Ñico López se relacionó con Fidel desde el inicio de los
preparativos del Moncada porque, aunque no era estudiante, concurría
a la Universidad como otros jóvenes que protestaban contra el golpe
militar del 10 de marzo de 1952, perpetrado por Batista en Columbia.
Quiso participar "en algo" para el derrocamiento de los golpistas y
restaurar la Constitución del 40, la cual juró en la escalinata de
la Universidad. Entonces trabajaba de cargador y casillero en el
Mercado Único, y se le conocía como activista o militante de la
juventud del Partido Socialista Popular (comunista).
Participó en la Manifestación de las Antorchas, en homenaje a
Martí en su centenario, ya como integrante de una célula del
Movimiento revolucionario organizado por el joven abogado Fidel
Castro. Estuvo muy ligado a José Luis Tasende, jefe de una de las
células, y según los testimonios visitaba con frecuencia la casa de
Tasende y Elita Dubois, su esposa, en la calle D y Avenida Troi, en
lo que es hoy el municipio de Playa. Elita Dubois también estaba
estrechamente vinculada con el Movimiento.
Ciro Redondo García
Otro fue el vínculo de Ciro Redondo con el Che.
Ciro fue también sobreviviente del Moncada, aunque lo hicieron
prisionero una semana después del 26 de Julio.
Nació, se crió, estudió y trabajaba en Artemisa. Era del núcleo
fundador del Movimiento revolucionario, estrechamente vinculado a
José "Pepe" Suárez, organizador y jefe de célula en Artemisa, a José
Ponce y a Marcos Martí.
Después del asalto al Moncada regresó a Siboney. Desconocedores
del terreno, él, Marcos Martí y Julito Díaz trataron de alcanzar las
montañas. En ese afán encontraron la firme solidaridad de vecinos de
la zona. A Julito lo escondió un campesino de apellido Prada, y a
Ciro y Marcos Martí un combatiente de la Guerra Civil Española
llamado Campanal, quien lo condujo a una cueva cercana a su casa, La
cueva del Muerto. No había transcurrido una semana y los militares
que peinaban la zona los detuvieron, y Marcos Martí fue asesinado en
presencia de Ciro, que fue golpeado a culatazos porque era un
testigo muy molesto.
Por ganarse la retribución que esperaban quienes apresaban a un
asaltante, en vez de conducir a Ciro Redondo, de inmediato, al
Moncada, sus captores lo llevaron al cuartel-vivac de El Caney,
porque ese era el puesto al que esos aforados pertenecían.
En Artemisa todos daban por muerto a Ciro Redondo, y su madre lo
lloraba; hasta que recibió una carta firmada por una desconocida
de Santiago de Cuba en la cual esta decía que Ciro estaba vivo.
La desconocida de Santiago de Cuba había logrado verlo.
Se trataba de una vecina del "cuartelito" del Caney que
acostumbraba a darle café a la guardia y halló la oportunidad para
ver a "ese joven detenido que se queja de algo" (de los golpes y
empellones que recibió Ciro en la captura y durante el traslado al
Caney). Le llevó agua, le limpió las heridas y trató de aliviarle
los dolores con pomadas porque un aforado llamado Majín González "se
hizo de la vista gorda"; aunque para entrar en ese cuarto o calabozo
ella tuvo que separar unas tablas que habían, lo cual hizo con la
ayuda de su sirvienta, al salir de recorrido el jefe de la
guarnición. Esto le contó La desconocida de Santiago de
Cuba a la madre de Ciro, Clara García, un tiempo después de
enviarle la carta, cuando la visitó en su casa de Artemisa. La
desconocida, por razones de seguridad no reveló su nombre. Le
dijo a Clara García que era empleada de muchos años en la Audiencia
de Santiago de Cuba, enclavada en el Palacio de Justicia donde mismo
sería juzgado Ciro junto a los demás asaltantes que lograron salvar
sus vidas.
La desconocida había escrito la carta el 31 de julio de 1953,
y arrancó un pedacito de papel de un extremo de la misiva para
identificarse algún día. Como en efecto, ocurrió en su visita a
Clara. Llevaba con ella el pedacito de papel que le arrancó a la
carta. No hubo ninguna duda respecto a su autenticidad. Era una
persona solidaria que, además, estaba en contra de los abusos
cometidos, según se desprendía de lo que escribió en la carta:
"Señora, su hijo Ciro está bien. No se preocupe por nada... "
escribió, y otras cosas más que le devolvieron a Clara la esperanza
de volver a ver a su hijo, como en efecto ocurrió.
Ciro fue juzgado y denunció el crimen cometido con Marcos Martí.
En su histórico alegato de defensa el doctor Fidel Castro se
refirió al hecho:
El último joven que asesinaron en la zona de Santiago de Cuba fue
Marcos Martí. Lo habían detenido en una cueva en Siboney el jueves
30 por la mañana junto con el compañero Ciro Redondo. Cuando lo
llevaban caminando por la carretera con los brazos en alto le
dispararon al primero un tiro por la espalda y ya en el suelo lo
remataron con varias descargas más. Ciro Redondo guardó prisión
en Isla de Pinos, marchó a México, y fue uno de los expedicionarios
del Granma. Pudo reunirse con Fidel luego de la dispersión, y logró
acceder a la Sierra Maestra y continuar la lucha junto con el líder
histórico de la Revolución. Ciro cayó combatiendo heroicamente en
Marverde, en la costa sur de Santiago, hacia el oeste.
Por qué
el Che
La columna invasora del Che ostentaba el nombre de Columna 8 Ciro
Redondo, y Radio Rebelde daba partes en los cuales se decía que "la
columna Ciro Redondo" avanzaba. Que "la columna 8 Ciro Redondo del
Ejército Rebelde, se acercaba a Santa Clara... ".
Para Clara García, la madre de Ciro, su hijo estaba vivo. Su
Columna era una realidad, aunque se dijera que la comandaba el Che.
Para ella era la Columna de Ciro.
Su porfía fue empecinada. La familia no podía convencerla de lo
contrario. Para ella ahí estaba Ciro e insistía que también le
habían asegurado de que Ciro había muerto en el Moncada o que lo
habían asesinado, y no era verdad, pues le llegó la carta de La
desconocida asegurándole que estaba vivo y era la pura verdad.
Sería después que el Che, con su gloriosa columna invasora,
llegara a La Habana al triunfo de la Revolución, ostentando el
nombre de Ciro Redondo, que Clara se convenció.
Aceptó con fortaleza la realidad, y entonces mostraba con orgullo
una de las cartas que Ciro Redondo García le envió a su hermana en
una ocasión, en la cual le aconsejaba que su pequeño sobrino, hijo
de esa hermana, debía estudiar y le reiteraba que velara por ello.
Especialmente en este párrafo:
En la Cuba que se espera solo tendrán oportunidad los que
estudien y comprendan por qué estamos haciendo esto; los beneficios
de nuestros sacrificios los recibirán solo los niños porque a
nuestra generación le tocó el sacrificio, a ellos les esperan los
beneficios. |