Pichardo no creyó en el areté del as olímpico de Londres,
el estadounidense Christian Taylor (bronce con 17,13), ni en el
temible francés Teddy Thamgo (plata-17,40) y dio fe de dos variables
que lo han acompañado desde su título universal juvenil en Barcelona
2012, cuando registró 16,79: progresión y estabilidad. Actualmente
comanda el ranking del orbe en el 2013, con los 17,69 del
Memorial Barrientos. Además, de mayo a la fecha ha superado los
17,30 en otras tres ocasiones.
Por ahora muchas miradas de la elite pesan sobre él, a poco más
de un mes de la verdad en Rusia, como también enrumban hacia una
competidora nata, curtida al calor de las preseas y los grandes
eventos: la discóbola Yarelis Barrios, quien una vez más consolidó
sus aspiraciones, al disparar 67,36 plateados. Su marca le permitió
ascender hasta el tercer peldaño del escalafón que tiene a la fuera
de serie croata Sandra Perkovic (68,96 en suelo suizo) como la dueña
absoluta, poseedora de cinco de los diez mejores lanzamientos,
incluidos los cuatro cimeros. Aquí la también antillana Yaimée Pérez
(63,51) recaló cuarta.
Tampoco navegaron con suerte el vallista Omar Cisneros (48.95
segundos merecedores del quinto escaño), en carrera dominada por el
puertorriqueño Javier Culson (48.14), ni Ernesto Revé, sin marca
válida en el triple salto.
Otros desenlaces de relieve se encontraron en la altura
masculina, modalidad en la cual en un mes se han dado dos registros
sobre la respetable marca de 2,40: la víspera el 2,41 del ucraniano
Bohdan Bondarenko dejó boquiabiertos a todos, incluso un centímetro
más que el pasado primero de julio, cuando el qatarí Mutaz Essa
Barshim consiguió 2,40 en Eugene, Oregón. Un dato curioso, desde
1999 nadie superaba la varilla al aire libre sobre los 2,40.
La bala masculina vio coronarse al estadounidense Ryan Whiting
(21,88); la nigeriana Blessing Okagbare (6,98) lo imitó en el salto
de longitud, mientras que el holandés Churrandi Martina consiguió un
doblete inédito en los 100 metros (10.03) y el doble hectómetro
(20.01)