Cuba entre tres imperios

Historia disfrutada

Rolando Pérez Betancourt

Frente a la imponente competencia del audiovisual (robando miles de lectores por segundo), la escritura histórica se ve precisada a afilar armas. Ya no le bastará con revelar fondos y trasfondos del ser y su mundo, sino que tendrá que hacerlo de manera que la mano no pueda despegarse del libro.

Cuba entre tres imperios: perla, llave y antemural (Ediciones Boloña, 2011), de Ernesto Limia Díaz, tiene la facultad de hacernos recorrer tres siglos de historia y dejarnos con deseos de continuar viaje, un empeño que se ha propuesto el autor en próximos libros —hasta llegar a nuestros días— y que, a juzgar por la altura de su propia varilla, no le será fácil.

Desde los días previos a Colón, cuando los Reyes Católicos creyeron llegado el momento de extender sus dominios allende los mares, hasta poco después de la salida de los ingleses de La Habana, se extiende este libro de 411 páginas y un objetivo principal: analizar las ambiciones de tres potencias europeas, España, Francia y el Reino Unido, en relación con Cuba.

Si bien es cierto que el marco referencial de Limia Díaz es extenso en cuanto a autores cubanos y bibliografía, lo que destaca en su libro es un ágil uso de la dialéctica puesta en función del análisis contemporáneo, lo que en ningún modo debe entenderse como un ejercicio de cargante didactismo; sino todo lo contrario.

Corsarios y piratas se relacionan con reyes y maniobras políticas, y también con documentos vueltos a leer a la luz del factor económico, ese que tanto decide. Y si Hollywood edulcoró aquellas historias de mares trepidantes y sablazos arranca pescuezos y las hizo atractivas a la vista de un consumidor masivo, Cuba entre tres imperios..., a partir del rigor y la seriedad, arma un mundo apasionante y siempre interrelacionado que, quizá sin proponérselo Limia Díaz, se lee con los atributos propios de una novela.

Aunque la visión histórica es amplia, el libro despliega tres grande momentos: el pitazo de arrancada hacia tierras americanas dado por el brutal colonialismo europeo, con España a la vanguardia y luego cediendo terreno; los tempranos planes de los ingleses para hacerse de Cuba por cualquier medio, y finalmente la toma de La Habana por la "pérfida Albión", una historia que pone de manifiesto tanto el trabajo de inteligencia de los invasores, como el papel desempeñado por aquellos que defendieron heroicamente sus (nuestras) tierras.

Un libro, por otra parte, lleno de sorpresas y de atisbos que hacen pensar en ciertas historias que después vendrían, y no por gusto Limia Díaz, hacia los finales, publica el fragmento de una carta que le remitiera Benjamín Franklin a su hijo, luego de entrevistarse en Londres con el secretario de Estado británico para los asuntos coloniales.

Es el año 1767 y Franklin, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, le ha propuesto al político inglés fundar un asentamiento en Illinois. Este es el argumento textual que le cuenta a su hijo: "Me extendí sobre las numerosas ventajas de este establecimiento: provisiones suministradas a las guarniciones con mejores precios, seguridad del país, mantenimiento del comercio, creación de una fuerza que podría en una futura guerra descender del Mississippi en la Luisiana y el Golfo de México, para emplearse contra Cuba o contra México mismo".

Será un trabajo titánico, pero ojalá no tarde el avance en el tiempo de historiador Ernesto Limia Díaz.

 

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