ORDEN LáZARO PEÑA DE TERCER GRADO

Reconocimiento ganado en las aulas

Ventura de Jesús García

En las afueras de la ciudad de Matanzas, a unos 20 kilómetros en dirección norte hacia el balneario de Varadero, se haya la Escuela Militar Camilo Cienfuegos. En ese vital y ordenado sitio, bendecido por la suave brisa de la bahía, labora desde hace casi tres décadas Julia Elena Alfonso Cairo, maestra reconocida con la Orden Lázaro Peña de Tercer Grado.

foto del autorLa profesora Julia Elena con una de sus alumnas.

Para llegar hasta la segunda planta, donde está ubicada la cátedra de matemática, es preciso cruzar un largo pasillo desde donde es posible apreciar la limpieza y disciplina reinantes en el centro.

Al ponerla al tanto de los elogios de sus alumnos, Elena se ríe y comenta jocosamente que los muchachos suelen exagerar los atributos del maestro. La sexagenaria profesora lleva pantalones grises, blusa clara y unos pendientes de ocasión de color azul y blanco.

"Yo soy de Sierra Morena, en Villa Clara. Me hice maestra Makarenko, un cuerpo de maestras procedentes en su mayoría de familias obreras y campesinas. Eran los primeros años de la Revolución y una no seleccionaba lo que iba a estudiar sino lo que hacía falta. Después de graduada como maestra de primaria, en 1968, me ubicaron en unidades de las FAR. Así fue hasta 1985 que llegué a la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, aquí en Matanzas".

Un momento imborrable para esta mujer fue cuando por primera vez se puso delante de un grupo de alumnos. "El aula me pareció un espacio gigantesco. Cursaba el tercer año de la carrera y era todavía muy joven. Recuerdo que fue ante un grupo de segundo grado de la escuela Juan Manuel Márquez, en Marianao. Pese a la lógica incertidumbre, ese día me sentí muy bien y supe que engrosaría por siempre esta profesión tan noble. Creo que no hay nada más importante que ejercer el magisterio".

Julia Elena, Vanguardia Nacional durante 14 años, una mujer que despierta afecto tanto en su centro de trabajo como en la comunidad, admite que la Orden conferida por el movimiento obrero cubano es también un reconocimiento a su familia y a sus compañeros de la docencia. Si he podido dedicarme al trabajo en cuerpo y alma es en buena medida gracias a ellos, señala.

Se ve como "una simple trabajadora exigente que cumple con todos sus deberes. Pero lo más relevante, el ideal que da sentido a su vida, es su profesión.

"Ser maestra es mi razón de ser. De hecho no doy clases por ningún beneficio personal. Algunos profesores se decepcionan y abandonan el sector pero la mayoría, los que aman su profesión, siguen adelante.

Cuenta que en los momentos de cierta aureola evoca a su madre. "No era una mujer muy instruida pero nos enseñó a ser decentes y a procurar estar entre los mejores". Admira en sus alumnos la laboriosidad y el espíritu de superación en todos los órdenes. "Un estudiante preocupado por saber siempre algo nuevo, vale mucho".

Heylín Vergada, alumna de duodécimo grado, exalta en Elena sus cualidades como profesora y mujer. "Se las arregla para poner a sus estudiantes como lo más importante".

Uno de los integrantes de la cátedra, Oristel Felipe, significa que se trata de una magnífica compañera, que se empeña todos los días por ser mejor.

Dice orgullosa que tan pronto como se conoció lo de su homenaje ha sido testigo de muestras de simpatía y cariño.

 

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