Un nuevo peligro se cierne sobre los seres
humanos:
La fiebre del oro que amenaza a los mares
David Shukman, Editor
de Ciencia, BBC
La
perspectiva de una "fiebre del oro" que abrirá una controvertida
puerta a la minería en el fondo de los océanos, es cada vez más
real.
Naciones Unidas publicó su primer plan para gestionar la
extracción de los llamados "nódulos", pequeñas rocas ricas en
minerales, del lecho marino.
La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, por sus
siglas en inglés), organismo de Naciones Unidas que supervisa la
minería en el fondo del mar, llevó a cabo un estudio técnico.
Dice que las empresas pueden presentar su solicitud de licencias
para la extracción minera tan pronto como en el 2016.
La idea de explotar el oro, cobre, manganeso, cobalto y otros
metales del fondo oceánico ha sido considerada durante décadas, pero
apenas se hizo más palpable recientemente, gracias a la nueva
tecnología y debido a los altos precios de las materias primas.
Expertos en conservación han advertido desde hace tiempo que la
minería en el fondo del mar será altamente destructiva y a largo
plazo puede tener consecuencias desastrosas para la vida marina.
El estudio de la ISA reconoce que la minería causará "un daño
medioambiental inevitable".
Pero el informe aparece en un momento que un portavoz describió
como "un repentino aumento del interés" de las empresas de minería
públicas y privadas.
Compartir las
ganancias
El número de permisos emitidos para la extracción de minerales
está en 17, con otras siete autorizaciones a punto de concederse y
muchas otras que se darán en el futuro. Dichos permisos cubren
grandes áreas de los océanos Pacífico, Atlántico e Índico.
Uno de los últimos en concederse fue a la empresa UK Seabed
Resources, subsidiaria del brazo británico de Lockheed Martin, el
gigante estadounidense de la industria de defensa.
Bajo la Convención de Naciones Unidas sobre la Ley del Mar, se
estableció la ISA como órgano de fomento y gestión de la minería del
fondo marino para un mayor beneficio de la humanidad, con una
fracción de los ingresos destinada a los países en desarrollo.
Ahora, la ISA amplía su función desde una mera gestión de ofertas
para la exploración minera hasta el análisis de cómo otorgar las
licencias para las primeras operaciones reales de minería y cómo
compartir las ganancias.
El consejero legal de la ISA, Michael Lodge, le dijo a la BBC:
"Estamos en el marco de una nueva era de minería profunda del fondo
marino".
El atractivo es obvio. Una evaluación realizada en el Pacífico
este —una zona de cinco millones de kilómetros cuadrados conocida
como Clarion-Clipperton— concluyó que puede haber más de 27 mil
millones de toneladas de nódulos depositados en la arena.
Estas rocas pueden contener la asombrosa cantidad de siete mil
millones de toneladas de manganeso, 340 millones de toneladas de
níquel, 290 millones de toneladas de cobre y 78 millones de
toneladas de cobalto, aunque no se sabe cuánto de todo esto es
accesible.
Incentivos adecuados
Según el estudio de planificación realizado, la ISA se enfrenta
al reto de intentar asegurar que los beneficios de la minería de
nódulos no se queden solo en manos de las propias compañías, al
tiempo que debe garantizar que las operaciones son viables desde el
punto de vista comercial.
El plan debe ser capaz de ofrecer a las empresas los incentivos
adecuados para que estén dispuestas a realizar caras inversiones,
pero también tiene que evitar que los países en desarrollo pierdan
la oportunidad de recibir una porción de las ganancias.
La ISA intenta evaluar qué compañías tienen la capacidad
suficiente para desarrollar el trabajo en esta nueva industria.
"No se pueden lograr las aptitudes necesarias sin una minería
real a escala comercial", se lee en el informe, "pero al mismo
tiempo, no se debería permitir la minería sin una demostración
previa de capacidad para hacerlo".
Un factor clave en la forma de pensar de la ISA es la necesidad
de contar con salvaguardias medioambientales, así que el documento
llama a que se monitoree el lecho marino durante cualquier operación
minera, pese a que los críticos se preguntan si la actividad en el
fondo de los océanos puede ser regulada mediante políticas.
El científico Jon Copley, biólogo de la Universidad de
Southampton, pidió cautela. "No creo que poseamos el fondo del
océano como para poder hacer lo que queramos con él", señaló. "Al
contrario, compartimos la responsabilidad de su administración".
"No tenemos buenos antecedentes respecto a nuestra capacidad para
alcanzar un equilibrio en otros campos, piense por ejemplo en el
búfalo y el bosque tropical, así que la pregunta es si podemos
hacerlo bien".
Riesgo de extinción
El también biólogo Paul Tyler, del Centro Nacional Oceanográfico,
advirtió que especies únicas estarán en peligro.
"Si barres toda esa zona con la minería, esos animales tendrán
que hacer una de estas dos cosas: o se dispersan y colonizan otra
fuente hidrotermal en algún sitio, o se mueren. Y lo que ocurre
cuando mueren es que la fuente terminará extinguiéndose
biológicamente".
Sin embargo, la química marina Rachel Mills, de la Universidad de
Southampton, pidió que haya un debate más amplio sobre la minería en
general, alegando que todos usamos minerales y que las minas
terrestres son mucho más grandes que cualquier otra en el fondo
marino.
Mills ha llevado a cabo investigaciones para Nautilus Minerals,
una empresa canadiense que planea explorar fuentes hidrotermales de
Papúa, Nueva Guinea.
"Todo lo que nos rodea, nuestro modo de vida, se apoya en los
recursos minerales y no hablamos muy a menudo sobre su procedencia",
dijo.
"Necesitamos preguntarnos si hay minería sostenible en la tierra
y si hay minería sostenible en los mares.
"En realidad, creo que son las mismas preguntas éticas, hablemos
de los Andes o de la profundidad del mar Bismarck".
Este debate se intensificará conforme se concrete la realidad de
las primeras operaciones mineras. |