Verdadero
abanico de plantas basado en una estratégica diversificación que
enriquece las investigaciones sobre tecnología azucarera, celulosa,
papel y la esfera química, entre otras, acompaña hoy, a medio siglo
de su creación, al Instituto Cubano de los Derivados de la Caña de
Azúcar (ICIDCA).
Sus promotores coinciden en que el más preciado de los logros es
poner en práctica los resultados de cada proyecto y actuar de manera
más expedita en el ámbito social.
La creación del ICIDCA el 23 de mayo de 1963, ahora perteneciente
al Grupo Empresarial AZCUBA, se sustenta en una economía de mercado
favorable y la creación de entidades independientes como el
Instituto Cubano de Investigaciones Azucarera (ICINAZ) y la Unión de
investigación-producción de celulosa y la de Cuba 9, que desde el
pasado año se reintegraran de nuevo al seno del ICIDCA.
Expertos en el tema recuerdan que ya en la década de los años
sesenta del siglo XIX, el eminente sabio cubano Álvaro Reynoso
demostró la necesidad de encarar el cultivo de la caña de azúcar con
un enfoque científico e integrador. Más que una consigna, reflejó la
importancia de acometer todo lo que conduzca a la racionalidad y la
sostenibilidad, reto del cual no escapa hoy el sector
cañero-azucarero de nuestro país.
El doctor Tirso Sáez Coopat, destacado investigador, considera
que es hora de ver la caña de azúcar como una sustancial cadena
agroproductiva con la fuente de riquezas que esta atesora.
Antes de Enero de 1959, solo esfuerzos aislados encaminaron sus
pasos hacia la creación de una agroindustria de la caña de azúcar
basada en la ciencia y el conocimiento. Y a un año del triunfo
revolucionario, nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro expresó en
la celebración de un aniversario de la Sociedad Espeleológica de
Cuba, "¼ el futuro de nuestra patria
tiene que ser un futuro de hombres de ciencia, de hombres de
pensamiento...", y solo unos meses después dejó abierta la
posibilidad de empezar a organizar de nuevo toda la producción
azucarera.
A su vez el Comandante Ernesto Che Guevara, al interpretar estas
ideas sentenció; "¼ llegará el día en
que los derivados de la caña de azúcar, tengan tanta importancia
para la economía nacional como la que hoy tiene el azúcar". Al
frente del Ministerio de Industrias, el Che fundó varios centros de
investigación y desarrollo y entre los primeros estuvo el ICIDCA.
Demoró casi un siglo en materializarse el sueño de una
agroindustria diversificada y respaldada por pilares científicos,
como lo soñó Reynoso, pero la Revolución no esperó más de tres años
para saldar esa vieja deuda.
Los resultados en la diversificación agroindustrial y la difusión
de conocimientos, así como la formación del capital humano son hoy
tangibles. Ya en los años 1970-1980 de la pasada centuria, se logró
gracias a la instalación de una decena de plantas de levadura torula
para alimento animal, el montaje de tres de tableros de bagazo, 13
de ron y una destilería de alcohol.
Además surgieron otras de glucosa, fructosa, sorbitol, furfural,
de alcohol furfurílico, procesadoras de alimento animal y se
desarrolló la tecnología de soldaduras metálicas en frío de base
furánica de importancia para la industria metal-mecánica y las
resinas destinadas a la protección de madera y pisos. A estas
instalaciones se suma una de desinfectante para la caña (IFOPOL) de
amplio uso y utilidad.
Mención especial merecen los bioproductos y químicos de uso
agrícola y veterinario como el Fitomas-E, el Tomaticid y otros en
producción o fase inversionista de gran impacto en el sector
agropecuario y destacado en los Lineamientos aprobados en el Sexto
Congreso del Partido.
Importante fue el impulso a las industrias de la celulosa y del
bagazo encargadas de fabricar papel moneda entre 1995 y el 2002, lo
que significó ahorrar más de 3,8 millones en moneda libremente
convertible
El doctor Luis O. Gálvez Taupier, director del ICIDCA, considera
que en la industria azucarera las limitaciones financieras y el
bloqueo no detienen nuevas iniciativas en la producción y
automatización parcial de los centrales, a las cuales se unen el
alza en el índice de cogeneración de energía eléctrica, el
autoabastecimiento de la industria en este renglón y el incremento
de las entregas al Sistema Electro energético Nacional.
El ICIDCA, ahora fortalecido, trabaja por dar respuesta a la
demanda de la industria, ampliando los servicios técnicos que
incrementan la eficiencia industrial y energética de los centrales
Tirso Sáenz ratifica que han tenido mucho peso el diseño y la
innovación de equipos, entre ellos los cristalizadores de "bajo
tiempo" de retención (BTR) y la modernización en el área de
calderas.
Destaca también su producción informática para el control y
asimilación de procesos tecnológicos en fábricas de azúcar y
derivados y de mantenimiento industrial, la extensión de
publicaciones científicas, tomadas como referencia por las
principales bases de datos internacionales. Sobresalen, además, el
laboratorio azucarero y la implantación del sistema de gestión de la
calidad.
Al ir más allá de las fronteras nacionales, especialistas del
ICIDCA publican artículos en decenas de libros, manuales,
monografías y boletines, que acercan el conocimiento a la producción
y la formación de profesionales en la educación superior. No por
casualidad sus experiencias son solicitadas en casi todos los
continentes.
Otro elemento, precisa Luis Gálvez, al cual le prestan capital
interés es la defensa del medio ambiente para reducir las cargas
contaminantes y obtener producciones más limpias
No obstante, no hay conformidad en el ICIDCA. Al valorar los
registros actuales, estiman que con el talento existente en la
agroindustria de la caña de azúcar, puede hacerse mucho más en la
investigación y la producción.
Es posible, por tanto, llevar al clímax los sueños de Reynoso, de
Fidel y del Che, basados en los conocimientos, en una agroindustria
de la caña sostenible y competitiva y mantenerla como parte de la
cultura nacional.