Se podría decir que los noruegos son víctimas de su propio éxito:
son tan eficientes en su gestión de residuos que están sufriendo una
escasez de basura.
Esta es una situación relativamente nueva en Noruega, y se
desarrolló a raíz de la proliferación en los países escandinavos de
plantas que convierten la basura en electricidad y calefacción. Pero
en la vecina Suecia, pionera en esta política medioambiental, hace
más tiempo que lidian con el problema, ya que este país importa
basura de sus países vecinos, incluida la propia Noruega.