"Yo nunca escribiría poemas como lo haces tú y sin embargo siento
que los disfruto mucho". Así reconoció el narrador Alberto Garrandés
el trabajo del poeta santiaguero Oscar Cruz, cuando compartieron la
pasada semana la escena en el espacio literario Aire de Luz, que
conduce en la capitalina librería Fayad Jamís la promotora cultural
Basilia Papastamatiú.
A juzgar por la espontaneidad del aplauso y también el peso de la
opinión, el público disfrutó con creces la calidad de los textos
leídos, marcados entre sí por un contraste temático y por el sello
particular de ambos autores, por demás artífices de zonas bien
distintas de la creación literaria.
La visión épica del entorno donde ha crecido y la censura a males
sociales como la corrupción, "que va en detrimento de todos",
pudieron advertirse en la lectura de Cruz (Premio David, Pinos
Nuevos y Wolsan-Cubapoesía), reveladora de un discurso que, muy
lejos de silenciar su irreverencia, eleva sus resortes para que
todos queden sobre aviso de lo que pretende comunicarnos.
Así, en Poesía sub-40, nos dice: A menudo se critica a
mi generación. / se dice que no sirve para nada./ que no tiene/
voluntad ni pensamiento propio. /que avanza en caravana por las
calles del mal. / quizás los que hablan tengan la razón,/pero es
bueno que valoren un detalle (... ) o habrá que vacunarlos pronto,
contra la rabia.
A la rebelde fuerza expresiva de Cruz —avalada en su experiencia
de vida en un medio que por momentos lo asfixia—, que arremete con
ríspida sinceridad y convence sin grandes esfuerzos, siguió la
aparente placidez de los segmentos líricos escogidos por Garrandés,
(Premio Alejo Carpentier, Ítalo Calvino, entre otros) para
mostrarnos su creación transgenérica con la "novela-ensayo,
poemática y de hechos puramente simbólicos" en la que está
trabajando y que ha titulado El secreto de los pigmentos
indelebles.
La complicidad con personajes de la novela Cumbres borrascosas,
de Emily Bronte, dan cuerpo a la obra donde deja ver su acertado
gusto por la "discontinuidad y las eufonías de la escritura donde el
poema es lo no relatable, lo no contable".
"Cuando estoy en el claro los ruidos se desvanecen y se produce
entonces una absorbida apaciguadora. Ella me dice: Estoy aquí para
creer en cada una de tus palabras. Miro y busco el origen de la voz,
adelanto mis pasos, irrumpo en el centro del claro (... ). Ella se
aproxima por los árboles y llega blanquecina como una emanación de
vapor al límite resguardado por los troncos (... ). Me incorporo y
trato de alcanzarla pero entonces una nube de mariposas negras se
alza por debajo de las hojas muertas y me envuelven".
Desde el inicio de su intervención explicó que se consideraba "un
poeta en suspense que trasiega y trafica con metáforas pero
sin hacer versos". Escuchar estas historias doblemente fantásticas
resultan suficientes para saberlo triunfante también en ese
ejercicio de la palabra y del espíritu.