Lima,
6 de mayo.— El reconocimiento unánime a los valores de lucha y
consecuencia del dirigente socialista peruano Javier Diez Canseco,
fallecido la semana pasada, se fundamenta en una trayectoria
ejemplar de más de 40 años de intensa vida política.
Nacido en una aristocrática y adinerada familia limeña, forjó su
carácter tenaz desde la niñez, cuando lo aquejó una enfermedad cuya
secuela afectó su motricidad, pero que enfrentó con sacrificio y
tenacidad.
Siendo dirigente estudiantil abandonó la comodidad de una vida
familiar holgada para emprender la lucha política y social del lado
de los humildes, compartiendo las necesidades de los excluidos.
En ese afán se fue a vivir a una localidad minera, a promover el
sindicalismo de los trabajadores del socavón, y quienes lo
acompañaron en esas y otras tarea cuentan que rechazaba cualquier
preferencia o ayuda por sus limitaciones físicas.
Inició una larga trayectoria como parlamentario en 1978, cuando,
estando exiliado, fue elegido miembro de la Asamblea Constituyente,
y se distinguió siempre por sus posiciones a favor del cambio
social, la justicia y los derechos de los trabajadores.
Su lucha contra las violaciones de los derechos humanos y la
corrupción fue también constante y motivó un atentado con explosivos
contra su casa y de un intento de secuestrar a sus hijos, durante el
gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), hechos atribuidos al
paramilitar Grupo Colina.
En esa época defendió a puño limpio su dignidad frente a los
insultos de un oscuro legislador de extrema derecha, por lo que fue
suspendido por 120 días, incidente que solo recordaba como una
anécdota, sin ufanarse de ello.
Aquel hecho graficó su carácter y su firmeza, que las fuerzas
conservadoras y la prensa afín intentaron distorsionar para
presentarlo como conflictivo y amargado, algo muy lejos de la
verdad, pues practicaba la alegría de vivir, el humor agudo, el
disfrute de la música y la afición al cine y a la pintura.
La solidaridad latinoamericana y en particular su defensa
indeclinable de Cuba frente a los ataques de sus enemigos,
caracterizaron también la acción política de Diez Canseco, quien
hasta su muerte fue secretario ejecutivo de la rama andino-amazónica
del Foro de Sao Paulo de fuerzas progresistas de América Latina.
Diez Canseco dejó un mensaje de consecuencia entre la palabra y
la acción y de unidad para el cambio social, que convirtió en
testamento político en un mensaje de agradecimiento por el homenaje
masivo que recibió, como aliento a su lucha contra la enfermedad, el
pasado 6 de marzo.
"Hay que unir en una sola plataforma política y social a las
fuerzas democráticas, agrupaciones progresistas, defensores de
derechos humanos, descentralistas, ambientalistas, movimientos
sociales y populares", escribió.
Para Diez Canseco, "no hay tiempo ni materia prima para construir
escenarios en los que la victoria de grupos aislados sea posible. O
bien avanzamos hacia la unidad o volvemos a perder la oportunidad
histórica de hacer transformaciones significativas en nuestra
sociedad". (PL)