 Legisladores 
			canadienses iniciaron el debate de una nueva ley para combatir el 
			terrorismo, alarmados por varios incidentes violentos en el vecino 
			Estados Unidos y la participación de ciudadanos del país en un 
			atentado en Argelia.
Legisladores 
			canadienses iniciaron el debate de una nueva ley para combatir el 
			terrorismo, alarmados por varios incidentes violentos en el vecino 
			Estados Unidos y la participación de ciudadanos del país en un 
			atentado en Argelia.
			El proyecto de ley conocido como S-7 fue presentado hace casi un 
			año por la mayoría conservadora en la Cámara de los Comunes, pero 
			los parlamentarios se apresuraron a discutirla ahora ante el temor 
			de un supuesto riesgo de actos de agresión dentro del territorio 
			nacional.
			Los principales puntos de la normativa son convertir en hecho 
			criminal el salir de Canadá para participar en actos terroristas, 
			conceder poderes a la policía para realizar arrestos preventivos de 
			hasta tres días sin presentar cargos y sancionar hasta con 12 meses 
			en prisión a cualquier sospechoso que se niegue a testificar frente 
			a un jurado.
			El ministro de Seguridad Pública, Vic Toews, defendió el 
			apresurado debate y lo calificó de oportuno debido a la escalada 
			violenta en Estados Unidos, donde en los últimos días murieron 
			numerosas personas como consecuencia de dos atentados en Boston, dos 
			explosiones en una planta de fertilizantes en Texas y un tiroteo en 
			la ciudad de Seattle.
			"Esto es algo que veníamos necesitando por bastante tiempo. El 
			incidente de Boston simplemente demuestra la necesidad de este tipo 
			de legislación", dijo el titular a la cadena noticiosa CTV News.
			El Nuevo Partido Democrático -principal fuerza de oposición- 
			indicó que rechazará la S-7 por considerarla innecesaria, pero los 
			liberales dijeron que sí la apoyarán.
			Además de los sucesos registrados en Estados Unidos, la discusión 
			de la ley está motivada por la confirmación de que cuatro 
			canadienses estuvieron involucrados en la toma de rehenes en una 
			planta de gas en Argelia en enero pasado, con al menos 66 muertos.
			Según las investigaciones, esos jóvenes residían en la provincia 
			de Ontario y todos salieron del país para presuntamente vincularse 
			con organizaciones terroristas.
			Dos de ellos fallecieron durante el atentado de Argelia, uno está 
			preso en Mauritania y el cuarto se desconoce su paradero.