La clausura fue por cuenta de las dos agrupaciones guantanameras 
			más aventajadas: la Orquesta de Guitarras y la Orquesta de Cámara, 
			ambas bajo la dirección del maestro Brian Hui.
			En dicha sesión, donde Adriano Galiussi fue honrado con el Premio 
			Honorífico Guamo, que entrega la UNEAC (el correspondiente a la 
			personalidad del año recayó en la periodista y promotora Martha 
			Reyes), el destacado compositor italiano, que tanto ha aportado con 
			su asesoría a estas temporadas, regaló al auditorio el estreno 
			mundial de su obra Estructuras III, justamente consagrada a 
			la conjunción de ambos conjuntos instrumentales.
			Al formato inusual, que de por sí implicó una aventurada 
			experiencia, se sumó la audacia del lenguaje de la obra, no solo por 
			la adición de elementos no convencionales en el set de percusión 
			(una botella, un recipiente de latón y la suspensión de un auto), 
			sino por la articulación tímbrica y dinámica de los instrumentos, 
			los conflictos sonoros desarrollados y la actualización nada 
			ortodoxa de los procedimientos dodecafónicos, tan caros a Arnold 
			Schoenberg y Alban Berg.
			Otro muy destacado momento de la programación fue protagonizado 
			por la pianista Lisandra Porto, joven egresada del ISA, con 
			condiciones para desarrollar una carrera con todas las de la ley, 
			como se entrevió en la ejecución de la suite Papillons, de 
			Robert Schumann; Cinco preludios, de Alexander Scriabin; y un 
			ciclo de danzas de José María Vitier.
			A la octava edición de los Conciertos de Primavera, organizados 
			por la UNEAC en Guantánamo, se le pudo (y debió) exigir mucho más, 
			en cuanto a la necesidad de congregar una mayor y más selectiva 
			nómina de intérpretes —ha tenido, incluso antes, participa
			ción internacional— y quizá hallar vías para su expansión hacia 
			zonas de la comunidad urgidas de ampliar sus vivencias estéticas.
			Pero, sin lugar a duda, dejó una huella perdurable en el público 
			y en la vida cultural guantanamera.