El cinturón de seguridad desacelera y evita una detención
agresiva y brusca, no permite que la cabeza y la cara se golpeen
contra el volante y el parabrisas, sujeta el cuerpo sobre sus zonas
fuertes, evita que los ocupantes se golpeen entre sí e impide que
salgan despedidos fuera del vehículo.
Resulta fácil deducir de esta manera, que tales aditamentos
pueden salvar vidas si se utilizan y colocan correctamente. Sin
embargo, la realidad cotidiana indica que muchos conductores y
pasajeros arriesgan a diario la vida cuando no lo emplean, o se lo
ponen solo para evitar una multa por parte de las autoridades
policiales.
Varios mitos surgidos alrededor del cinturón de seguridad
fomentan estas actitudes: Si quedo herido en un accidente, el
cinturón dificultará el rescate; podría quedar atrapado en caso de
incendiarse el auto; si salgo expulsado del vehículo por el impacto,
tengo más posibilidades de quedar ileso; a mí nunca me va a
pasar, así que no lo necesito, etc.
Científicamente está demostrado que el rescate de los heridos se
dificulta por las fracturas múltiples que el choque produce al
conductor o los pasajeros; los incendios son poco frecuentes en los
accidentes y, en todo caso, el cinturón evitaría golpes mayores,
fracturas y pérdida de conciencia; y quien debido a una colisión es
expulsado del vehículo tiene más posibilidades de morir que alguien
que lleva puesto su cinturón. Todo ello teniendo en cuenta que los
accidentes son imprevistos, ocurren a cualquiera.
Para evitar entonces los pensamientos erróneos se lleva a cabo en
toda Cuba, hasta el próximo 21 de abril, una campaña de seguridad
vial dirigida a incentivar el empleo de este medio de protección,
como parte de las acciones que desarrollan la Comisión Nacional de
Seguridad Vial (CNSV) y la Dirección Nacional de Tránsito para
promover mejores actitudes en los usuarios de la vía.
Quizás algunos lectores con ojo crítico señalen que la mayoría de
los vehículos en Cuba no poseen este aditamento, y que tampoco se
fabrican, comercializan o reparan en talleres automotrices del país.
Sería una observación certera, pues solo alrededor del 35 % de los
vehículos que circulan por nuestras calles lo tienen, y hoy no
existen entidades que faciliten el acceso a la herramienta.
Pero estas no deben constituir razones para que nuestros medios
de comunicación y entidades pertinentes dejen de hacer estos
llamados de atención que buscan informar a la población sobre los
beneficios que aporta el uso correcto del cinturón, y que además
comprenden operativos de control policial dirigidos a evitar las
infracciones mediante la imposición de notificaciones preventivas o
multas.
Además, según Oscar del Toro Quesada, inspector general del
Transporte y secretario de la CNSV, el país está trabajando para en
un futuro cercano lograr que exista disponibilidad de estos
aditamentos, y reconoció que precisamente por la falta de
condiciones objetivas, la exigencia de su empleo se diseñó en tres
etapas.
La primera, iniciada cuando entró en vigor el Código de Seguridad
Vial, comprende a los vehículos que ya cuentan con dichos medios
instalados, y los asientos delanteros de los equipos ligeros
importados desde el 2000. La segunda incluye también a los asientos
traseros de los vehículos ligeros y en todos los asientos del resto
de los equipos de motor importados desde el 2009.
La tercera etapa —en las que nos encontramos actualmente— sería
para todos los casos no contemplados en las dos etapas anteriores,
según la disponibilidad de adquisición e instalación de los medios.
Quienes se incluyen entonces en las dos primeras etapas, deben
respetar a cabalidad lo que establece el Código de Seguridad Vial en
su artículo 84, que "el conductor de un vehículo de motor está
obligado a utilizar el cinturón de seguridad vial y exigir su uso a
los pasajeros".
Al cumplir diariamente esta norma se estaría contribuyendo a que
la campaña logre su principal objetivo: que el ciudadano asuma,
responsablemente, su propia protección en la vía.