Claro, aceptan que no es perfecto. Se lamenta que es el país más
encarcelado del mundo (más de 2 millones de reos), que hay una
disparidad racial obvia en quien está detrás de las rejas del
sistema penal, que a veces hay corrupción y que ha habido muchos
inocentes encerrados, y tal vez hasta ejecutados.
De hecho, Innocence Project, organización nacional de litigio y
políticas públicas, registra que desde 1989 se ha exculpado a 303
reos al aplicar pruebas de ADN que comprueban su inocencia (después
de que pasaron en promedio 14 años tras las rejas). De estos, 18
estaban en la fila de la muerte para ser ejecutados.
Pero durante la última semana se demostró que el sistema de
justicia tiene nuevos problemas, algunos de los cuales ponen en duda
eso de un estado de derecho.
Para empezar, el procurador general Eric Holder, quien encabeza
el Departamento de Justicia, admitió ante un comité del Senado que
hay entes tan poderosos que no pueden ser fiscalizados por sus
delitos.
En este caso el delincuente es el banco trasnacional HSBC, que
aceptó ser responsable de lavado de dinero procedente de cárteles de
narcotráfico mexicanos y colombianos, así como de manejar fondos de
regímenes y organizaciones calificados oficialmente de terroristas.
Cuando el senador republicano Charles Grassley preguntó a Holder
por qué el Departamento de Justicia decidió no presentar cargos
criminales contra HSBC y sus ejecutivos, el procurador, sin
mencionar por nombre al banco, respondió: me preocupa que el tamaño
de algunas de estas instituciones llega a ser tan grande que se
vuelve difícil para nosotros fiscalizarlos cuando nos golpean
indicaciones de que si procedemos a presentar cargos criminales eso
tendrá un impacto negativo en la economía nacional, incluso en la
mundial. El banco aceptó pagar una multa de mil 900 millones de
dólares sin que ninguno de sus ejecutivos fuera sometido a un
juicio.
Uno espera problemas para llevar a un criminal ante la justicia
cuando huye a un país hostil, pero escandaliza que el Departamento
de Justicia no pueda proceder contra una actividad criminal cuando
alguien simplemente entra por las puertas de un megabanco de Wall
Street, comentó el senador demócrata Sherrod Brown, reportó el
Washington Post.
Robert Borosage, codirector de Campaign for America’s Future,
comentó que el procurador general Holder expresó abiertamente lo que
ya era evidente: el Departamento de Justicia cree que los bancos
demasiado grandes para permitir su colapso son también demasiado
grandes para encarcelar a sus directivos.
Por otro lado, la semana pasada ocurrió otro intercambio que
provocó dudas sobre dónde empieza y termina el estado de derecho.
Ante una pregunta del senador republicano ultraconservador Rand Paul
sobre si el presidente podía ordenar un ataque de un drone (avión no
tripulado) contra un estadounidense en territorio nacional, el
procurador Holder primero respondió que podría visualizar
circunstancias extraordinarias donde sería necesario y apropiado
emplear lo que aquí llaman fuerza letal. Las reglas y justificación
legal para el uso de drones por el gobierno de Obama se mantienen
como secreto oficial en este país.
Rand Paul, senador republicano de ala ultraconservadora,
cuestionó desde el pleno al procurador general Eric Holder respecto
de si el gobierno autoriza el uso de drones contra connacionales en
territorio estadounidense, lo cual desató un intenso debate en el
Congreso en días pasados. ¿Somos tan complacientes con nuestros
derechos que permitiríamos a un presidente decir que podría matar a
estadounidenses? A ninguna persona, a ningún político debería
permitírsele... juzgar la culpabilidad de un individuo y ejecutarlo.
Eso va en contra de todo lo que fundamentalmente creemos en este
país, declaró Paul desde el pleno.
Poco después, ante el estallido de un debate por lo que dijo,
Holder intentó modificar su afirmación y decidió enviar tal vez una
de las respuestas legales oficiales más breves de la historia a Paul:
"Ha llegado a mi atención que usted ha hecho una pregunta adicional.
‘¿Tiene el presidente la autoridad de usar un drone artillado para
matar a un estadounidense que no participa en combate en suelo
americano?’ La respuesta a esa pregunta es no".
Lo que nadie pregunta, tal vez porque la respuesta es obvia, es
si el presidente o su gobierno puede ordenar el asesinato de
cualquier extranjero en cualquier parte del mundo.
Mientras tanto, a pesar de los balazos en las calles de este país
todos los días, que perturban la paz y orden público que se supone
existen en un estado de derecho, por ley se garantiza el derecho a
un arma. Mientras se debate este derecho sagrado después de la
matanza de tantos niños en la primaria de Newtown en Connecticut con
armas obtenidas legalmente, desde ese 14 de diciembre sangriento en
este país 2 mil 574 personas más han muerto a causa de armas de
fuego, según un cálculo de la revista cibernética Slate. En este
contexto, fue notable la noticia de que el estado de Dakota del Sur
se ha convertido en el primero de la unión en promulgar una ley que
explícitamente autoriza a todo empleado escolar, incluidos maestros,
a portar armas en el trabajo. Claro, para proteger a los alumnos y a
sí mismos de tantos locos con tantas armas.
A todo esto le dicen estado de derecho.
Como decía el gran historiador Howard Zinn al intentar dilucidar
por dónde tiene uno que empezar a ver a este país (y al mundo): "Yo
parto de la suposición de que el mundo está al revés, que las cosas
están mal, de que en la cárcel están quienes no deben estar y fuera
de la cárcel hay gente que debería estar dentro, que en el poder hay
personas que no deberían estar allí y quienes deberían estar en el
poder no están... "