La noticia es dolorosamente cierta, como aprendí de niño que
había dicho Fidel al confirmar al pueblo cubano la muerte del Che.
Tu desaparición física se clava como un puñal en el costado de
Nuestra América, que sangra su dolor sin falso rostro.
Quien conoció Venezuela, antes o después de tu relampagueante
liderazgo, sabe de tu tarea ciclópea, una hazaña política en toda la
extensión de la palabra cuyo legado habrá de ser fuente de nuevos
aprendizajes.
Quien disfrutó de tu presencia al frente de un acto de masas,
supo de tu natural talento para ser voz de pueblo, al tiempo que
diapasón donde se amplificaron las aspiraciones de los preteridos de
Venezuela y del mundo.
En ti reencarna el mito cristiano desde la estirpe de los
revolucionarios. Surgiste bien abajo, te hiciste a ti mismo, te
diste a los pobres, ganaste todas las batallas menos la de eso que
llamamos el destino, tu verbo y tu acción lograron transformar un
país y actualizar el sueño bolivariano.
Tu vía crucis final se revela como tu última, dolorosa
eucaristía.
Faltarás. Y te extrañaremos. Fortalece saber, sin embargo, que tu
prédica se hizo luz del pueblo venezolano y que la Revolución, tu
gran obra —lo único más grande que tú mismo—, conseguirá permanecer
por voluntad libre, consciente y justa de tu gente.
Como Martí, bajo la hierba, tú también crecerás. (Tomado de La
Jiribilla)
* Vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)