Policías
y manifestantes volvieron a enfrentarse este martes en El Cairo y en
Port Said, ciudad del nordeste de Egipto donde seis personas, tres
de ellos policías, murieron durante la noche del domingo.
La tensión era especialmente fuerte en los alrededores del
edificio de los servicios de seguridad de Port Said, incendiado la
víspera y de nuevo en llamas este martes, constató un periodista de
la AFP.
Manifestantes continuaron lanzando cócteles molotov contra los
policías antidisturbios, quienes respondían con el lanzamiento de
gases lacrimógenos.
"Odiamos a la policía, no queremos su presencia", afirmó Shaban,
un manifestante de 25 años armado con un cóctel molotov. En los
muros del barrio podían leerse consignas hostiles contra la policía.
En el resto de la ciudad, especialmente alrededor de los
edificios públicos y de los locales de empresas, se desplegaron
vehículos blindados.
A lo largo del día, circularon informaciones y rumores que
apuntaban a que soldados y policía se habrían enfrentado y daban
cuenta de una posible retirada de la policía para que la ciudad
fuera tomada por el ejército.
Sin embargo, la presidencia egipcia lo desmintió y afirmó en una
declaración que "la policía hace su trabajo y el ejército la apoya
en total coordinación".
Los enfrentamientos estallaron el domingo, tras la decisión del
ministerio del Interior de trasladar fuera de la ciudad a 39
prisioneros en espera de juicio. El veredicto, que se espera para el
próximo sábado, concierne al segundo grupo de acusados por los
disturbios que dejaron 74 muertos tras un partido de fútbol en Port
Said en febrero de 2012.
El pasado enero, 21 personas, en su mayoría hinchas de fútbol de
Port Said, fueron condenados a la pena capital por este caso, en un
veredicto que provocó enormes disturbios en la ciudad con un saldo
de al menos 40 personas muertas.
En El Cairo, enfrentamientos entre policía y manifestantes, que
participaban en los funerales de un militante muerto en enero
durante concentraciones anteriores, volvieron a producirse en los
alrededores de la plaza Tahrir, en el centro de la ciudad. El
cadáver tardó varias semanas en ser identificado y en que se le
practicara la autopsia.
Estas tensiones se desarrollan en un clima político y social
difícil, en un Egipto hundido en una grave crisis económica y donde
están previstas elecciones legislativas para finales de abril.
Desde junio de 2012, el país está dirigido por el presidente
islamista salido de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, elegido
después de un periodo de transición militar tras la caída de Hosni
Mubarak en febrero de 2011.