La primera función en la transitoria sede, tuvo lugar el pasado
viernes 8, como parte de unos programas-concierto del BNC hasta el
próximo fin de semana. Quizá algunos instantes del espectáculo nos
resultaron diferentes, a pesar de que son los mismos bailarines. Un
colega dio la clave: "Hasta que no nos acostumbremos a este espacio,
será difícil para un lado y otro del aplauso". Y es así. Tal vez,
algunas notas de este comentario estén imbuidas por esa desazón de
encontrarnos como en otra dimensión (bailarines y espectadores).
La commedia é danzata, coreografía de Alicia Alonso
que de manera inteligente pone a bailar a personajes de la
Commedia dell’arte italiana, acerca un trabajo de alto vuelo
creativo de los personajes que llega hasta los diseños de Salvador
Fernández. Colombina, Arlequín, Pierrot, Pantalón y el Doctor, en
las pieles de Mónica Gómez, Randy Crespo, Adrián Masvidal, Ernesto
Díaz y Alejandro Silva, respectivamente, caracterizaron en la
medida, los rasgos gestuales de cada uno de ellos. Sin embargo, en
el amplio escenario de la Sala Avellaneda, uno se da cuenta de que
la obra necesita un diseño de luces más artístico. Al abrir las
luces se pierde la intimidad y no se puede "saborear" en todo su
esplendor el exquisito trabajo sobre las tablas.
Uno de los momentos altos de la función fue el de los jóvenes
Grettel Morejón y Miguel Anaya en Las llamas de París. Ambos
bailaron con tal precisión en el trabajo de pareja que se ganaron
una de las más fuertes ovaciones de la noche. Sadaise Arencibia en
su debut en La muerte del cisne dejó una estela de buen
gusto. Con su hermosa línea clásica, dibujó su cisne de forma
personal, aunque para lograr la perfección ansiada, solo debe poner
un poco más de énfasis en la interpretación.
El cisne negro (pas de deux) del tercer acto de El
lago de los cisnes apareció de la mano de dos excelentes
intérpretes: Anette Delgado/Dany Hernández, cuyo trabajo se
caracterizó por el armónico fraseo escénico entre ellos. Ella brilló
particularmente en la coda, por la fuerza y limpieza en esa
impresionante secuencia de los 32 fouettés. Él, tuvo
instantes de virtuosismo. Con ese mantenido encanto en el baile, una
cuidadosa labor de brazos, amén de esa extrema facilidad a la hora
de ejecutar los complicados pasos, Yanela Piñera enfrentó el pas
de deux La bella y la bestia, un tributo a Igor Youskevitch, de
E. Kirk Peterson. Junto a ella, Arián Molina fue un solícito
acompañante, pero realizó su faena sin superlativos.
La noche cerró con una de las obras más conocidas de Balanchine:
Tema y variaciones, que estrenara Alicia en 1947. La música
de Chaikovski, muy bien interpretada por la Orquesta Sinfónica del
GTH, dirigida por el maestro Giovanni Duarte, dio paso a ese rejuego
coreográfico al estilo balanchiniano que tuvo en Viengsay Valdés a
una bailarina capaz de enfrentar el reto. Con inteligencia y
habilidad técnica, sorteó las visibles dificultades y demostró, una
vez más, ser una segura carta de triunfo del BNC. El joven en
ascenso, Víctor Estévez, puso como de costumbre todo su empeño y su
fuerza para tratar de estar a la altura de su compañera,
evidenciando una buena preparación. Muy bien, los solistas y el
cuerpo de baile, quienes entregaron lo mejor de sí para hacer
resaltar esta pequeña joya del maestro. Las funciones continúan este
fin de semana en la Sala Avellaneda.