Unidos por la ciencia

Yusmary Romero Cruz

ARTEMISA.— En las páginas de un libro de Biología encontró su vocación. Ante aquel capítulo que hablaba sobre las leyes de la herencia, le resultó imposible no detenerse. A partir de ese momento, Eumelio Espino Marrero comenzó a devorar cuanto libro de genética caía en sus manos.

Foto de la autoraHace más de dos décadas, Eumelio y María del Carmen, más que la vida en común, comparten su amor por la ciencia.

"Me interesó muchísimo, tanto que empecé a estudiar autodidácticamente". Era entonces tecnólogo químico en la Industria del Fósforo, pero no por mucho tiempo. Tres años después se convertiría en jefe del Grupo de Genética y Mejoramiento del Tabaco de la antigua Empresa Cubana del Tabaco, impulsado por aquella maravillosa fascinación. Tenía entonces 23 años y su formación al respecto era puramente empírica.

Cuando en la campaña agrícola 1979-80 reaparece el moho azul en Cuba, destruyó el 95 % de las plantaciones de tabaco, de alrededor de 60 mil hectáreas. A raíz de esa afectación constituyó un reto obtener variedades resistentes a la enfermedad y a otras que limitaban el cultivo, pero que además mantuvieran la misma calidad.

"El nuestro es el mejor tabaco del mundo. Cómo mejorar algo que está catalogado así. Es una utopía, lo que tenemos que hacer es preservar la calidad. Tan difícil es que cuando empezamos a trabajar sobre esa base, muchos pensaron que era perder el tiempo", recuerda Eumelio, quien en ese momento también se formaba como ingeniero agrónomo.

Más de diez años transcurrieron y el consagrado investigador laboró arduamente junto a su pequeño equipo de trabajo. Hasta que en el 1994 obtiene las primeras variedades resistentes con posibilidades comerciales. "De 210 líneas presentadas en la comisión de degustación, solo dos pasaron exitosamente la prueba: Habana-92 y Habana-2000. Pero esas dos salvaron la continuidad del cultivo del tabaco en Cuba y en dos años se generalizaron en el 100 % del área tabacalera nacional".

Para la fecha, ya hacía algún tiempo se desempeñaba como Subdirector Científico del Instituto de Investigaciones del Tabaco, ubicado en San Antonio de los Baños, lugar donde vive actualmente. Sin embargo, nunca imaginó el camino que le depararía su quehacer profesional.

Precisamente en la ciencia había encontrado otra pasión. Hace más de dos décadas se unió a la mujer que lo ha acompañado en la vida y en la ciencia. María del Carmen López Báez confiesa que cursaba el cuarto año de la carrera de Biología en la Universidad de La Habana y compartir con el autor de algunos de los trabajos que había analizado en diferentes asignaturas, fue realmente impresionante.

La ciencia se encargó de unirlos y lograr que juntos emprendieran disímiles proyectos. "El trabajo nuestro ha sido de mucha unión, para mí ha sido una escuela, ya que fue mi tutor, mi guía, mi profe, pero a la vez ha sido mi mayor oponente porque he tenido que superar todas mis expectativas para lograr que también tengan validez mis criterios. Además nos apoyamos en familia, nuestros hijos Raquel y Edgar nos dan fuerzas para salir adelante", asegura María del Carmen.

Comparten sus experiencias en el Instituto de Investigaciones del Tabaco y obtuvieron la variedad Criollo-2010, que tiene la particularidad de ser la primera variedad de tabaco androestéril lograda en Cuba. "No produce semillas de manera natural porque no se autofecunda, pero nosotros tenemos el macho fértil, por lo que una de las garantías es que no la pueden robar", explica María del Carmen, cuya tesis de doctorado se basó en esa investigación y quien actualmente se desempeña como Directora Científica del referido centro.

"Este es nuestro resultado más reciente, lo cual no quiere decir que dejemos de trabajar. Vamos a iniciar un proyecto buscando nuevas variedades que preserven la calidad de nuestro tabaco, sean resistentes al moho azul, a la necrosis ambiental y además sean altamente resistentes a la pata prieta, debido al incremento de esta enfermedad en los suelos tabacaleros", agrega Eumelio.

Por los excelentes resultados profesionales en el mejoramiento genético y su actividad en el extensionismo agrícola —consolidada durante su función como Director de Desarrollo del Instituto—, el Máster en Ciencias, ha sido el único científico que ha obtenido la condición de Hombre Habano en la categoría de Producción. También le fue otorgada la Orden Carlos J. Finlay, entre otras distinciones.

Este fumador ocasional, según revela, se dio a la tarea de identificar los pasos necesarios para la elaboración del Habano. "Esa ha sido una pregunta de siempre, lo cual me motivó a escribir este último libro El Habano de la semilla al puro —aún en proceso de publicación—, donde explico los 539 pasos necesarios. Todos son importantes, si incumples uno, no logras un Habano". El texto se sumará a las disímiles publicaciones de su autoría.

Como prueba de su pasión por el trabajo al que ha dedicado gran parte de su vida, radica el hecho de que una vez retirado no pudo mantenerse alejado del Instituto, por lo que volvió a incorporarse como investigador. Junto a María del Carmen se propone nuevas metas, como parte del espíritu propio de esos hombres y mujeres que retan a la ciencia.

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Comentarios | Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas| Especiales |

SubirSubir