Medio
centenar de países colaboraron con un polémico programa de la
Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos relacionado
con secuestros, encierro y torturas de prisioneros en territorios
extranjeros. Un reporte de 213 páginas de la organización no
gubernamental Open Society Justice Initiative (OSJI), con sede en
Nueva York, da cuenta de que al menos 54 países —muchos de ellos en
Europa— cooperaron con el controvertido procedimiento.
Fue amplia y prolongada la participación de gobiernos nacionales
en el plan de la CIA, la Agencia no habría podido jamás operar su
programa sin el apoyo de estos estados, subraya OSJI.
El informe de la ONG identifica como estados colaboradores a
Suecia, Finlandia, Alemania, España, Portugal, Austria, Pakistán,
Afganistán, Egipto, Jordania, Irlanda, Islandia, Canadá y Chipre,
entre otros, destacan agencias y organizaciones no gubernamentales
en sus páginas web.
"No cabe la menor duda de que altos funcionarios de la
administración de George W. Bush son responsables por haber
autorizado las violaciones de derechos humanos relacionadas con las
detenciones secretas y entregas extraordinarias de personas, y la
impunidad de que han disfrutado hasta la fecha sigue siendo motivo
de gran preocupación", dice el informe.
"Pero la responsabilidad de estas violaciones no se agota en
Estados Unidos. Las operaciones de detenciones secretas y entregas
extraordinarias, elaboradas para llevarse a cabo secretamente fuera
de Estados Unidos, no podrían hacerse realidad sin una participación
activa de gobiernos extranjeros. Estos gobiernos también deben
responder por ello".
Según la OSJI, el listado de esos estados incluye países donde
existieron cárceles secretas en las que se practicaron torturas
durante varios años. Otros países son acusados de haber concedido
una ayuda solapada al programa al permitir el uso de su espacio
aéreo y sus aeropuertos en operaciones de entrega.
Este plan de Washington se implementó después de los ataques
terroristas del 9/11 en el 2001 y las nuevas revelaciones coinciden
ahora con la nominación de John Brennan como director de la CIA en
sustitución del general David Petraeus, quien renunció en medio de
un escándalo de faldas.
Altos oficiales en la administración de George W. Bush mantienen
la mayor responsabilidad por la autorización de violaciones de los
derechos humanos en las instalaciones secretas patrocinadas en
diferentes países, comenta el análisis de la OSJI.
El senador republicano por Carolina del Sur, Lindsey Graham,
pidió a la Casa Blanca detener cualquier decisión sobre la jefatura
de la CIA hasta aclarar las circunstancias del ataque al consulado
estadounidense en Libia.
Sugiero que no olvidemos la debacle de Bengasi, subrayó el
congresista sureño al oponerse al proceso de confirmación de Brennan,
como próximo director de la Agencia Central de Inteligencia.
La opción del experto en contraterrorismo para director de la CIA
también enfrenta resistencia dentro de la bancada demócrata porque
se trata de un exfuncionario de la administración Bush presuntamente
patrocinador de interrogatorios con torturas.