En el Siglo XXI los estadounidenses han presenciado un
extraordinario colapso en el imperio de la ley y en sus protecciones
constitucionales. Actualmente los ciudadanos estadounidenses, que
otrora eran gente libre protegida por la ley, pueden ser asesinados
o detenidos indefinidamente en prisión sin que se presente evidencia
alguna de su culpa a un tribunal, y pueden ser sentenciados sobre la
base de testimonios secretos de testigos anónimos que no son
sometidos a contrainterrogatorio. El "sistema de justicia" de
Estados Unidos ha sido transformado por el régimen de Bush/Obama en
el "sistema de justicia" de la Alemania de la Gestapo. No hay
ninguna diferencia.
En un artículo, Stephen Downs, exabogado jefe en la Comisión de
Conducta Judicial del estado de Nueva York, y Kathy Manley, abogada
defensora penal y miembro de la Unión de Libertades Civiles de Nueva
York, informan sobre cómo el gobierno de Estados Unidos destruyó una
obra benéfica, la Holy Land Foundation (Fundación Tierra Santa), que
suministraba dinero para alimentar a los pobres y para construir
escuelas y hospitales en Palestina.
La obra benéfica, consciente de los peligros de estar basada en
EE.UU. y de hacer algo por los palestinos, se basó en el
Departamento de Estado y el Departamento de Justicia (sic) para
recibir orientación sobre cómo enviar ayuda humanitaria. Dicha obra
hizo su envio a los mismos comités de ayuda en Palestina a los que
la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID) y
la ONU utilizaban para distribuirla a los palestinos.
En el primer juicio contra la Fundación Tierra Santa, el gobierno
americano admitió que ninguna de las donaciones de la fundación
había beneficiado a organizaciones terroristas, y los fiscales
federales no lograron una condena. Por lo tanto los fiscales
volvieron a enjuiciar a la obra benéfica.
En el segundo juicio, el juez permitió que los fiscales llamaran
a un "experto anónimo" para que dijera al jurado que algunos de los
comités utilizados por USAID y la ONU, aprobados por el Departamento
de Estado eran controlados por Hamás, el gobierno elegido de Gaza
que Israel exige que Estados Unidos califique de "terrorista".
Como señalan Downs y Manley, un "experto anónimo" no puede ser
"cuestionado porque es desconocido". No puede haber un
contrainterrogatorio. El "experto" podría ser cualquier persona,
alguien pagado para que mienta al jurado, un judío que cree que toda
ayuda a palestinos incluye "ayuda a terroristas", o un miembro del
Mossad, el servicio de inteligencia israelí que ha infiltrado
exhaustivamente EE.UU. según expertos de inteligencia
estadounidenses.
Hay injusticias por doquier, admiten los autores, ¿por qué
entonces el problema es interesante para todos? La respuesta es que
la cláusula de debido proceso de la Constitución de Estados Unidos
requiere que las leyes penales den aviso justo en cuanto a qué
conducta está prohibida. Según Downs y Manley, la Fundación Tierra
Santa, siguió la lista de organizaciones terroristas designadas del
Departamento de Estado y evitó todo contacto con organizaciones en
la lista, pero fue acusada y condenada a pesar de ello. Eso nos dice
que los fiscales federales son enconadamente corruptos y que los
miembros de los jurados son tan ineptos e influenciados por la
propaganda que son inútiles para los acusados.
La Corte Suprema de Estados Unidos se negó a considerar este caso
más flagrante de condena injusta. Al hacerlo estableció que la
corte, como la Cámara de Representantes, el Senado, y el poder
ejecutivo, no solo son sirvientes del Estado policial, sino también
sirvientes de Israel y apoyan la destrucción de los palestinos al
designar la ayuda a Palestina como un acto de terrorismo.
Lo que significa para vosotros es que vuestra participación en
transacciones o asociaciones legales puede ser declarada expost
facto como participaciones criminales por testigos secretos. Así se
puede ahora establecer el carácter criminal de vuestra conducta
pasada, según Downs y Manley, por "expertos anónimos", voceros de
los fiscales del gobierno que no pueden "ser enfrentados o
contrainterrogados dentro del significado de la 6ª Enmienda".
Downs y Manley escriben: "Las implicaciones son enormes. El
gobierno ahora puede criminalizar la ideología y la expresión
política, religiosa y social. Se puede establecer posteriormente que
donaciones a grupos por la paz, la participación en manifestaciones,
la asistencia a la iglesia, la mezquita o la sinagoga, el agasajo de
amigos, y el envío de material por Internet, por ejemplo, son
considerados ilegales gracias a ‘asociaciones’, fabricadas por
expertos anónimos, que supuestamente apoyan a organizaciones
designadas como terroristas de las que nadie ha oído hablar".
Los autores podrían haber agregado que si el gobierno te quiere
coger, todo lo que tiene que hacer es declarar que alguien o alguna
organización en algún momento en tu pasado estuvieron conectados de
alguna manera indefinida con el terrorismo. Basta con la afirmación
del gobierno. No se requiere prueba alguna. El jurado, de cerebros
lavados, no te protegerá.
Preparaos para que dentro de uno o dos años se prohíba toda
crítica de nuestro gobierno "de libertad y democracia". En Estados
Unidos, están a punto de exterminar la verdad.
* Paul Craig Roberts fue editor de The Wall Street Journal y
secretario asistente del Secretario del Tesoro estadounidense.