Desde que puso un pie en nuestras series nacionales, a los 18
años de edad, José Miguel Fernández demostró sus dotes de bateador.
Conectó imparable cuando empuñó por vez primera como emergente ante
el habanero Jorge Longa, y en su debut en la nómina regular pegó dos
jits en cuatro turnos.
No está dotado de manos prodigiosas. Aunque es un guante seguro,
no posee la excepcionalidad de otros intermedistas como Isasi,
Anglada, Urquiola, Padilla o Pacheco, sin embargo, en el arte de
batear son innegables sus atributos y su progreso. Se coloca a la
zurda, algo arrimado al home y saca los brazos a gran
velocidad, tanto frente a serpentineros derechos como a los de su
mano. Sabe discriminar bien los lanzamientos y por ello fue el que
menos se ponchó (cinco) en la recién finalizada etapa de la Serie
Nacional, para concluir como líder de los bateadores, con average
de 393.
El yumurino participa en su sexta campaña y en las cinco
anteriores promedia para 313, con 518 inatrapables. En la actual, la
de su definitiva consagración, está desbordado, con siete
cuadrangulares, nueve dobles y 35 impulsadas.
Mantiene una permanente pelea consigo mismo por mejorar el fildeo
y ganar en capacidad de desplazamiento. "Me tomo muy en serio el
entrenamiento diario, hago ejercicios de repetición y procuro
mantener un peso corporal ideal para ganar en velocidad", explica.
—¿A qué atribuyes tu rendimiento en esta temporada?
"En lo esencial se debe a la preparación, el trabajo de los
técnicos y al esfuerzo personal. Le dedico todo mi tiempo a la
pelota. Perdí, para bien, ocho kilogramos durante el entrenamiento
de la preselección en La Habana. También fueron muy buenos los
juegos ante Taipei de China y Japón".
—¿Cuál es la diferencia entre aquel pitcheo y el nuestro?
"Son lanzadores que saben lo que están haciendo y no pierden la
concentración. Poseen velocidad, control exquisito, se equivocan muy
poco y conocen al dedillo a los peloteros, por tanto saben cómo
trabajarles. Haber logrado cuatro jits en seis turnos al bate fue
algo muy estimulante para mí".
José Miguel nació en Santiago de Cuba y reside desde muy pequeño
en la ciudad de Colón, donde vive junto a sus padres y una hermana
menor. Tiene 24 años de edad y considera a Eduardo Cárdenas su ídolo
como pelotero, a quien gusta imitar en el terreno de juego. Además,
agradece en su progreso la ayuda de Alexis Garro y Armando Dueñas,
así como los consejos del legendario Félix Isasi. "Me señala a
menudo que un segunda base debe fildear con limpieza, no hincar la
rodilla en el suelo, algo que ya es una costumbre en mí".
Su condición más apreciable es la humildad. Entrenadores y
compañeros de equipo lo califican como un muchacho tranquilo y
cordial. Admite que aunque puede desempeñarse como torpedero y en
tercera base, es en segunda donde más cómodo se siente.
"Estoy siempre dispuesto a defender la posición que entienda el
colectivo de dirección. Lo mío es jugar pelota y hacerlo lo mejor
posible".
—Esta campaña ha servido para afianzarte en tu posición. ¿Lo
juzgas también así?
"La anterior fue una contienda muy buena, en la que promedié 346
de average, conecté 132 jits e impulsé 58 carreras, y ahora
he mantenido la línea. Estoy disfrutando al máximo y espero lograr
un resultado similar en el Clásico".