"No
hay monarca como un periodista honrado". "No merece escribir para
los hombres quien no los ama". Esas y otras sentencias martianas
sobre el ejercicio del periodismo fueron evocadas por el intelectual
hispanofrancés Ignacio Ramonet como pilares de la responsabilidad
social y ética que debe prevalecer en los actuales medios de
comunicación y en la actuación de los jóvenes que se expresan en
estos.
Ramonet intervino este martes en la III Conferencia Internacional
por el Equilibrio del Mundo, en La Habana para abordar la dimensión
ética del periodismo desde los tiempos de Martí hasta la irrupción
de las redes sociales digitales.
El autor de Cien horas con Fidel puso como ejemplo de una
flagrante falta de ética la reciente publicación en el diario
español El País de una foto falsa del presidente venezolano Hugo
Chávez, cuyos valores representan la antítesis de los postulados
martianos sobre el periodismo.
Significó que la manipulación del medio madrileño obedece a la
pauta de una publicación que se vende como objetiva y progresista y
sin embargo desinforma y difama al proceso bolivariano, como lo ha
hecho contra la Revolución cubana y lo hace contra la Revolución
Ciudadana de Ecuador y los gobiernos de Bolivia y Argentina.
No solo El País, sino buena parte de las publicaciones de las
corporaciones mediáticas occidentales intoxica a los lectores contra
las ideas y medidas progresistas, enfatizó el escritor.
Ramonet explicó cómo en el transcurso de las actuales
transformaciones sociales latinoamericanas los medios de la
oligarquía han servido de punta de lanza a la reacción y estimulan
los retrocesos históricos, tal como se ha visto en Honduras y
Paraguay.
Sin embargo, llamó la atención sobre el cambio que se está
operando en los procesos de información, a partir del presumible fin
de la Era Gutenberg y el comienzo de la Era Digital.
Las mayores comunidades, apuntó, no se hallan en determinados
países o regiones, sino en redes sociales como Facebook, Twitter y
YouTube. Observó el crecimiento exponencial de la blogosfera y
especuló sobre cómo Martí, que ejerció con pasión el periodismo
desde que fundó a los 16 años de edad El Diablo Cojuelo, se habría
relacionado con las posibilidades de comunicación de las nuevas
tecnologías.
En todo caso, Martí hubiera sido fiel a su visión de la ética, al
fundamento que defendió al decir que "un periódico sin generosidad
es un azote", a su condición de periodista y revolucionario.