Evoca cómo el 24 de enero de 1961, a propuesta de Fidel, fue
creada la Técnica Canina, con el fin de que estos ejemplares
patrullaran el Escambray en la lucha contra bandidos y apoyaran el
enfrentamiento a los primeros intentos de infiltraciones o salidas
ilegales.
"Rápido —narra— me incliné por ese departamento, dada mi afición
a los perros desde pequeño. Vi documentales donde se describía la
labor de los aduaneros en la esfera y me impactaron. Supe que era el
puesto a desempeñar por mí".
En virtud de su rectitud, del respeto que se ha ganado y la
actitud ética observada durante el 2012 le otorgaron el Sello del
Honor Aduanero, alta distinción conferida a colegas de una fecunda
hoja de servicios.
Ha laborado en distintos sitios. Desde hace unos años —cuenta—,
su actividad fundamental se divide entre el puerto de Cienfuegos y
el Aeropuerto Internacional Jaime González.
El pasado miércoles, Alexis debía revisar un número mayor de
vuelos que lo habitual en esta terminal. "En jornadas así, la
precisión es básica; no puedes fallar", dice.
"Los perros, y en específico mi querido Johnny, están entrenados
para no dejar entrar ni salir ninguna droga. Aquí, en el Jaime
González, los canes me ayudaron a detectar a turistas con
cigarrillos de marihuana; o bien consumiéndolos o en su equipaje de
mano.
"Se trata de circunstancias en las que se demuestra con creces la
fidelidad del aserto de que el perro es el mejor amigo del hombre.
Sin exagerar, saben hasta cuando no me encuentro bien de ánimo o en
un estado no óptimo de salud. Entonces te protegen más, intuyen que
deben ayudarte", afirma.
Alexis recuerda su faena con Tropas Guardafronteras en altamar y
la participación en la Operación Coraza Popular, en el 2009. "Fueron
momentos intensos, pero ninguno se compara con el trabajo diario en
un aeropuerto internacional, donde debes estar atento de forma
permanente. La seguridad de muchos depende del quehacer de nosotros
aquí", asegura este aduanero serio, tranquilo y muy honesto, quien
aborrece el soborno y a aquellos que se dejaron corromper en
determinada circunstancia.
"No es de extrañar que ante la detección de un delito como
posesión de drogas, quisieran sobornar al aduanero. No dejarse
conquistar por dinero alguno no es mérito, es justamente la tarea
para la cual ocupamos esta responsabilidad. Pero si sucumbe al
fraude, entonces más que un demérito constituye una traición",
explica.
Y lo dice porque ha vivido esos intentos de soborno en un barco
de bandera extranjera entrando a puerto y también en otras
circunstancias. "Pero siempre he cumplido con mi tarea", afirma.
Y sentencia: "el desliz de pocos puede empalidecer la imagen de
un colectivo, entre quienes no conocen ni el intríngulis ni el
esforzado trabajo diario de un aduanero".