El estudio recopila datos comparativos entre ciudades
estadounidenses y algunas de las naciones consideradas las más
violentas del mundo. Citando las informaciones de la Oficina contra
la Droga y el Delito de las Naciones Unidas, el informe resalta que
en Washington se registran 19 asesinatos por cada 100.000
habitantes, casi dos veces más que la media en México (10) y poco
más que en Brasil (18).
Entre otras urbes norteamericanas, Nueva Orleans iguala la cifra
de muertes violentas de Honduras (más de 60). Detroit, con una tasa
de 36 asesinatos por cada 100.000 habitantes, presenta más
homicidios que Colombia, país sobre el cual el Departamento de
Estado alerta frecuentemente a sus ciudadanos. Incluso Nueva York,
donde en 2012 se alcanzó un mínimo histórico de homicidios y
tiroteos, tiene un índice de asesinatos con armas de fuego más alto
que Argentina, 4 frente a 3.
Estas estadísticas permiten hablar de una "doble moral" y "una
actitud lamentable" de EE.UU. que se arroga "el derecho de decirle a
todo el mundo qué tiene que hacer mientras en su propio territorio
suceden este tipo de crímenes y se venden abiertamente armas de
asalto", considera el director del periódico ‘La Nación Cubana’,
Pedro González Munné.
De hecho, Estados Unidos es el país del mundo en el que más
civiles poseen armas, con entre 270 y 300 millones de unidades en
manos privadas, según las Naciones Unidas. Sin embargo, "el problema
de la violencia en EE.UU. no está en la venta libre de armas de
fuego ni en la oferta que se hace en la prensa públicamente de
armamento militar, sino que está en la cultura de la violencia que
ha sobrepasado las necesidades" en los medios, sostiene Gonzáles
Munné.
El debate acerca de la posesión de armas de fuego se reavivó en
EE.UU. a raíz de los numerosos tiroteos en lugares públicos, entre
ellos la masacre ocurrida en una escuela primaria de Connecticut
hace unas semanas. Entonces, un joven de 20 años asesinó a su madre
en su propia casa y luego mató a 20 niños y 6 adultos en un centro
educativo, antes de quitarse la vida.