El sueño de un centenar de jóvenes palestinos de fundar un nuevo
pueblo palestino entre Jerusalén y Jericó ha durado apenas dos días,
y se ha dado de bruces con las autoridades israelíes, que lograron
una orden del Tribunal Supremo y, siguiendo instrucciones del primer
ministro Benjamín Netanyahu, vaciaron el campamento tan pronto como
fue posible.
"Anoche hubo una decisión judicial que permitía el desalojo y,
esta madrugada, la Policía de Fronteras entró en el área y sacó a
unos 120 activistas palestinos que había allí", dijo a EFE el
portavoz de la Policía israelí, Miki Rosenfeld.
Los activistas aseguran que seis de ellos fueron heridos, "por
golpes y puñetazos de los policías que también golpearon a varios
periodistas y les impidieron tomar imágenes de la evacuación".
Abir Kopty, portavoz de los Comités de Coordinación de
Resistencia Popular, que impulsaron la iniciativa de Bab El Shams,
aseguró que los agentes impidieron a los acampados recoger sus
pertenencias.
"Las medidas israelíes no impedirán que protestemos contra la
expansión de los asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este",
dijo uno de los activistas acampados, Isam Baker.
A su entender, la expulsión es ilegal porque el campamento
contaba con los permisos necesarios y estaba instalado sobre tierras
palestinas con autorización de sus propietarios.
Hoy, en la reunión del Consejo de Ministros, Netanyahu felicitó a
la Policía por la operación.