Si esto es así en las temporadas regulares, se comprenderá cuánto
fervor generará este año cuando se conmemora el bicentenario de su
nacimiento, el 10 de octubre de 1813 en la pequeña villa italiana Le
Roncole.
El Teatro Lírico Nacional de Cuba (TLNC) no estará ajeno al
acontecimiento, de modo que el próximo domingo 13 a las 5:00 p.m. en
el Teatro Nacional abrirá la jornada conmemorativa con un concierto
de gala bajo la dirección del maestro Eduardo Díaz y la
participación de Katia Selva, Yury Hernández, Marcos Lima, Milagros
de los Ángeles, Lily Hernández, Bryan López, el Coro del TLNC y la
Orquesta del Gran Teatro de La Habana.
De pequeño ni el mismo Verdi se hallaba seguro de su talento. El
padre le compró una espineta (instrumento de teclado), dio algunas
clases hasta que se trasladó a Basetto, donde comenzó en realidad su
carrera musical como organista. Allí compuso sus primeras piezas
interpretadas por bandas y la orquesta de la Sociedad Filarmónica
del lugar y escribió su primera ópera, Obeto, con la cual
viajó a Milán al instalarse en esa ciudad, que ya a los 19 años le
había negado entrada en su conservatorio.
Obeto se representó en La Scala en 1839 y su relativa buena
acogida inclinó la balanza para que el editor Ricordi le contratara
tres nuevas obras con las que fracasó.
Providencialmente el director de La Scala le entregó entonces el
libreto de Nabucco. Se cuenta que durante los ensayos
—transcurrían sin penas ni glorias—, llegado el momento en que el
coro interpretó el Va pensiero, los carpinteros de escena y
los tramoyistas detuvieron sus faenas y reverenciaron esa música,
que el tiempo consagraría como el himno nacional alternativo de los
italianos. Nabucco se estrenó en 1842 y Verdi comenzó a ser
Verdi.
Sin espacio para recrear su biografía, inseparable de los
avatares políticos del proceso de la fundación del estado nacional
italiano, diremos que el maestro se mantuvo presente en La Scala y
los principales teatros de la península, y firmó títulos que se
convirtieron en paradigmas de la ópera italiana del siglo XIX y
mucho después de su muerte el 27 de enero de 1901 continuaron
acrecentando su fama.
En esa lista clasifican Rigoletto, El trovador,
La Traviata, Aída, Luisa Miller, Don Carlos,
La fuerza del destino, Las vísperas sicilianas, Un
baile de máscaras, Simón Bocanegra, Otelo y
Falstaff, varias de las cuales los cubanos hemos tenido la
oportunidad de apreciar en el invaluable espacio Un palco en la
Ópera, que todas las semanas presenta en la televisión el
maestro Ángel Vázquez Millares, quien por su dedicación a la
promoción del arte lírico musical, tanto en ese medio como en CMBF
Radio Musical Nacional, merece un monumento.
Aun cuando alguien no sea aficionado a la ópera, reconocerá a
Verdi en sus más populares arias. Quién no ha silbado y hasta
parodiado La donna é mobile. Y quién no ha reconfortado su
espíritu con el Brindis de La Traviata.
Verdi convoca con la fuerza y la belleza de sus melodías y su
poder de encantamiento.