Teresita, Liuba y los niños

MICHEL HERNÁNDEZ
michelher@granma.cip.cu

Teresita Fernández es una trovadora que realmente ha hecho de la coherencia personal y la honestidad una forma de vida. Nadie que la visite en su pequeño apartamento en el piso 12 del edificio de Infanta y Manglar, podrá descubrir que se encuentra ante una artista que ha dejado una huella imborrable en la memoria afectiva de varias generaciones de cubanos, y sin embargo, no ha perseguido más que el amor y el cariño que le profesamos muchos de los que tuvimos la enorme suerte de crecer con sus canciones y sus historias llenas de magia, sensibilidad y belleza.

Foto: Yander ZamoraLa decoración de su espacio natural habla por sí sola. Allí, en la sala de su casa, aparecen en un lugar de honor los diplomas entregados por niños de distintas provincias del país, un pequeño busto de Martí, una bandera cubana, retratos del Che, de la poeta Ada Elba Pérez, de Cristo, de La Madre Teresa e imágenes del famoso gatico Vinagrito.

Una de sus más entregadas discípulas ha sido Liuba María Hevia, quien ha dedicado una buena parte de su trayectoria a mantener vivo el imprescindible legado de Teresita. Y lo ha hecho no solo como un modo de satisfacción personal, sino también para que los niños de hoy puedan cruzar la puerta hacia ese rico universo musical que dibujó en sus canciones la entrañable trovadora, que en su momento se declaró "juglar, pobre, nómada y libre".

"Canten con fuerza para que ella nos oiga desde su apartamento allá cerquita, en Infanta y Manglar", exhortó Liuba cariñosamente a los niños que rodearon el patio del Teatro Nacional en la mañana del pasado sábado. Bajo un fuerte sol, la cantautora hizo un adelanto de su disco Liuba María Hevia canta a Teresita Fernández, un fonograma del sello Bis Music, que presentará el próximo mes de abril en el Teatro Karl Marx.

La cantautora, que también hizo espacio para interpretar canciones de su propio repertorio, dio fe de que ha sabido entender muy bien las lecciones de Teresita en el momento de musicalizar los sentimientos, nostalgias y alegrías que dan vida al indescifrable mundo infantil. Cantó canciones emblemáticas de la trovadora como Vinagrito, conversó animadamente con los pequeños duendes que se arremolinaron a los pies del escenario, los exhortó a cuidar con interés a los animales, a estudiar, y a mostrar respeto por la naturaleza.

Canciones como Señor Arcoiris, El Trencito y la hormiga, y la ronda de Gabriela Mistral Dame la Mano y danzaremos (uno de esos temas que todavía guardamos en un pequeño rincón del alma), fueron coreados por este público mágico que gracias a sus padres pudieron vivir un enriquecedor momento que debiera ser ley de vida para todos los niños cubanos, aunque, lamentablemente, se descuida la formación musical y cultural que muchos reciben en diferentes espacios de la sociedad.

Por eso Liuba, en uno de los intervalos del concierto, dejó claro el propósito que la mueve a volver sobre los pasos de Teresita. "Es muy importante que los niños escuchen buenas canciones porque la sensibilidad se cultiva en los primeros años de la infancia", comentó con énfasis la trovadora. Mientras, los niños ya desplegaban la imaginación para montar trencitos hacia tierras desconocidas, tocar el arcoiris, tejer sueños alrededor de una palangana vieja y tomarse de las manos en una danza eterna.

 

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