Tras
elecciones y huracanes, parecía otro fin de año superficial en
Estados Unidos, pero una sumatoria de disputas políticas y ciclos
financieros se activó para nublar las fiestas con amenazas de abismo
fiscal y por el techo de la deuda.
Para el ciudadano común, en preparativos de recibir el 2013, los
términos rebuscados no significan mucho a menos que se conozcan las
consecuencias: mayor desempleo, repunte recesivo, menores subsidios
sociales, y potencial descalificación de la llamada solvencia país.
Este 31 de diciembre caducarán una serie de leyes sobre
privilegios en impuestos, sobre todo la Tax Relief Reconciliation
Act, firmada en 2001 y renovada en 2003 en la etapa ejecutiva de
George W. Bush, y la Budget Control Act de 2011, certificada bajo el
mandato de Barack Obama.
Además demócratas y republicanos tampoco se han puesto de acuerdo
para volver a subir el tope del débito -actualmente en 16,39
billones de dólares- pese a que las cifras actuales están a 100 mil
millones de alcanzar el límite oficial, según el Departamento del
Tesoro.
El peligro latente en esta situación es que el Estado sobrepase
sus posibilidades reales de financiarse, el gobierno federal caiga
en moratoria, y agencias internacionales como Moody's Investors o
Standard & Poor's rebajen la nota crediticia del norteño país.
En cuanto al abismo fiscal las consecuencias serían más directas
para el ámbito popular: dos millones de desempleados perderán sus
auxilios e incluso subirían los precios de artículos cotidianos en
la canasta básica como la leche o el yogurt.
Si el Congreso no presenta una solución en las próximas horas, la
irregularidad monetaria perjudicará además un 20 por ciento de los
descuentos a corto plazo relacionados con el seguro Medicare
(cuidado de ancianos) y se evaporarían tres millones de puestos
laborales en 2013.
También entraría en vigor un paquete de 536 mil millones de
dólares en alzas de gravámenes -algo que afectaría a alrededor del
90 por ciento de los contribuyentes- y un recorte en gastos
gubernamentales de 110 mil millones, divididos en expendios sociales
y para la defensa.
Millones de ciudadanos perderían sus beneficios federales por
desempleo, en una etapa cuando la tasa nacional de desocupación
frisa en un ocho por ciento, y lo aceptable en el contexto
inflacionario actual sería la mitad de ese número.
La Oficina Congresional del Presupuesto, entidad supervisora de
la rama legislativa, pronosticó que una eventual recaída fiscal
induciría una contracción económica del cuatro por ciento durante el
primer cuarto de 2013 en Estados Unidos.
Otros efectos perniciosos esperados son incrementos en impuestos
por 2,7 billones de dólares durante la próxima década, alertó el
Comité de la Responsabilidad Financiera Federal.
El problema de la deuda, que ya inmovilizó al Congreso a mediados
del año pasado, amenaza con regresar y coincidir ahora con las
enmarañadas discusiones para evitar la crisis fiscal, comenta la
analista Jeanne Said, en el medio digital CNNMoney.
La vez anterior que el Capitolio votó para actualizar el límite
del endeudamiento fue entre mayo y agosto de 2011 y el
embotellamiento que generaron las pláticas entre ambos partidos
colocó al país en un punto cercano al colapso presupuestario.
Encuestas de opinión reflejan que dos terceras partes de los
ciudadanos califican como crítica la necesidad de que el presidente
Obama y el Congreso alcancen pronto una fórmula de compromiso en
ambos temas: abismo y deuda.
Acorde con un sondeo de USA Today y Gallup, casi el 80 por ciento
de los entrevistados considera como "extremadamente trascendental o
muy importante" que los legisladores republicanos, independientes y
demócratas logren un convenio antes del 31 de diciembre.
Vislumbramos un escenario donde el Congreso tendrá que discutir
sobre el abismo fiscal en las mismas jornadas que analiza el curso
del débito. Auguramos que los republicanos son los próximos que
presentarán concesiones, concluyó el experto Stan Collender.