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          | El verdadero fin del mundo 
			Juan Gelman Pasó el 21 de diciembre, fecha en la que iba a terminar este 
			planeta según presuntas profecías mayas, y el mundo sigue andando: 
			su verdadero final no tiene fecha precisa ni año fijado, pero está 
			en proceso y se conoce con el nombre de cambio climático. Los 
			gobiernos reconocen que existe, desde el 2001 se reúnen para 
			discutir medidas que lo frenen, como en noviembre último en Doha, 
			Catar, pero no se advierte mejora alguna. Al revés: huracanes, 
			tsunamis y tornados de inusitada violencia no obedecen a los tiempos 
			previstos para su aparición, a veces con consecuencias 
			insospechadas. 
			 Una 
			ola de frío ha dejado cientos de muertos en Europa del Este, 
			mientras los termómetros de Moscú marcan casi -30 grados. Una de ellas: después del tornado que en mayo pasado devastó 
			Joplin, Missouri, 13 personas fueron infectadas por el hongo 
			apophysomyces y cinco fallecieron. Se trata de un hongo común 
			que se encuentra en el suelo, la madera o el agua y que generalmente 
			no daña a las personas. Pero encuentra su camino en el cuerpo humano 
			gracias a alguna herida punzante provocada por un tornado, por 
			ejemplo. Claro que hay mucho más. El Ártico perdió casi la mitad de su extensión en 30 años: 7 011 
			millones de km2 en 1980, 3 499 millones este año. La 
			realidad suele contradecir las predicciones del Panel 
			Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas 
			en inglés), la instancia de las Naciones Unidas encargada de seguir 
			el tema: en su informe del 2007, el IPCC concluyó que el Ártico 
			nunca iba a deshelarse en el verano antes del 2070, pero en 
			septiembre del 2012 había perdido 760 mil km2 en cinco años, una vez 
			y media la superficie de España. Diversos sectores científicos 
			consideran que la región podría quedar totalmente sin hielo durante 
			el verano en no más de 20 años. La causa: el calentamiento global. 
			 En 
			otra muestra del cambio climático el huracán Sandy dejó inundaciones 
			sin precedentes en Nueva York. "Subestimamos el hecho de que el cambio climático está levantando 
			cabeza", señaló Kevin Trenberth, director de la sección de análisis 
			climático del Centro Nacional de Investigación de la Atmósfera. La 
			velocidad del deshielo ártico le da la razón. Y no solo eso: el 
			nivel de los océanos aumentó 3,3 milímetros anuales de 1993 al 2006. 
			En su informe del 2001, el IPCC lo había fijado en dos milímetros 
			anuales. Los huracanes y las inundaciones consiguientes podrían 
			terminar con los pueblos, en particular los pesqueros, y lugares 
			turísticos instalados junto a ciertas playas en unos años más. Preocupa a los círculos científicos que investigan el fenómeno, 
			la tendencia a minimizar sus alcances que hasta ahora impera en el 
			IPCC. No tenerlos en cuenta, señala un estudio publicado en la 
			revista Global Environment Change, "puede impedir el pleno 
			reconocimiento, la articulación y el conocimiento de dramáticos 
			fenómenos naturales que podrían estar sucediendo".  La polémica en torno al cambio climático no cesa y se acumulan 
			las investigaciones sobre el tema. El IPCC llevó a cabo una 
			evaluación especial sobre el aumento de la temperatura en el mundo. 
			Esto "depende de muchos factores —concluyó—; incluso las señales de 
			cambios previstos en la dirección y la magnitud de extremos 
			climáticos son inciertas". Un estudio del climatólogo de la NASA, 
			James Hansen, publicado cinco meses después en la revista de la 
			Academia Nacional de Ciencias, subraya en cambio que la posibilidad 
			de los extremos climáticos aumentó un 13 % en relación con 1980. 
			Afirma que las olas de calor que azotaron a Europa en el 2003, a 
			Rusia en el 2010 y a Texas en el 2011 se debieron al calentamiento 
			global causado por la actividad humana. La acumulación en la atmósfera de gases en general producto de la 
			actividad industrial —dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y 
			otros gases industriales fluorados— es el origen, para muchos 
			científicos, del efecto invernadero que conduce al calentamiento 
			global. En 1997 la ONU adoptó el llamado Protocolo de Kioto sobre el 
			cambio climático, al que se han adherido 187 naciones pero no 
			Estados Unidos, el mayor emisor de esos gases en el mundo. El 
			protocolo tenía la meta de reducir tales emisiones al menos en un 5 
			% en el periodo 2008-2012 en comparación con los niveles alcanzados 
			en 1990. Faltan datos oficiales sobre el cumplimiento de ese 
			objetivo, pero el cambio climático registrado demostraría que no se 
			alcanzó. De todos modos, se alargaron los plazos. Otro fenómeno que se vincula con el calentamiento global son las 
			sequías sin precedente que este año padecieron América (Estados 
			Unidos, México, Brasil, Argentina), África oriental, el Este de la 
			India (la peor en 40 años) y otras regiones. El fin del mundo 
			transita por otras vías que la maya. (Tomado de Página12) |  |  |