Los datos, publicados por las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos,
muestran que las operaciones con aviones teledirigidos han ido en
aumento en Afganistán, un país ocupado desde el 2001 y donde el
Pentágono planea extender su presencia militar más allá del 2014.
"Las cifras ponen de manifiesto el hecho de que los sistemas no
tripulados están aquí y están aquí para quedarse", asegura Peter W.
Singer, investigador y director de la Iniciativa para la Defensa en
el Siglo XXI que pertenece a la Institución Brookings, citado por la
revista Wired.
Russia Today reporta que las críticas contra el uso
indiscriminado de drones crece cada día entre la ciudadanía de
Estados Unidos y la de los países de Asia y África que han sido
víctimas "por error" de estos mortíferos artefactos.
Pero la armada estadounidense se ampara en directrices
establecidas por el gobierno de George W. Bush: "Los responsables de
ataques terroristas pueden ser perseguidos en todas partes, en todas
las formas... en obligada autodefensa". Claro que la preferencia por
los drones ha crecido tanto en las esferas de poder estadounidense
que ya han pensado incluso utilizar aviones no tripulados para
espiar a sus propios ciudadanos en la lucha contra la venta de
drogas, los delitos y las movilizaciones.
De hecho, en la actualidad la Fuerza Aérea de Estados Unidos
entrena a más pilotos para operaciones con los aviones no tripulados
que para cazas de combate, al tiempo que vende estos aparatos a
países aliados como Israel y Sudcorea.
Steven Zaloga, historiador estadounidense que ha estudiado
durante 36 años las tendencias mundiales en materia de armamentos,
explica que los llamados drones, se manejan a cientos de kilómetros
del campo de batalla y permiten que la fuerza militar ejerza su
poder, minimizando las pérdidas humanas.
El también miembro del Teal Group, una renombrada firma
consultora de defensa en Farfaix, Virginia, añade que estas
maquinarias equipadas con sensores electrónicos para el
reconocimiento y misiles de precisión matemática, son
comparativamente más baratas que otras utilizadas antes por el
ejército de su país.
La mayoría de los drones en uso son del modelo "Predator"
(Depredador, en su traducción al español), que se mantienen en el
aire por 36 horas consecutivas y disparan a sus objetivos con
misiles "Hellfire" (Infierno de fuego), que Estados Unidos insiste
en calificar de "muy precisos" a pesar de los cientos de "daños
colaterales" que han provocado.