Escudándose en el derecho de los isleños de decidir su futuro,
Cameron ha montado una campaña confiado en que los habitantes de
estos territorios optarán por la tutela británica. Si, según el
premier, "ningún país puede negarles el derecho a la
autodeterminación", entonces ¿por qué la presión? ¿No son los
malvinenses dueños de su destino? ¿No es esta también una forma de
ignorar los derechos de esos pobladores?
El político británico acusó también a la presidenta argentina,
Cristina Fernández, de "tergiversar" la verdad, y calificó de
"penoso" la conducta del Gobierno argentino hacia el archipiélago
del Atlántico Sur, ocupado por el país europeo desde 1833 y cuya
soberanía reclama Buenos Aires.
La verdad, o más bien, la realidad, es que desde los orígenes del
conflicto, la posición argentina ha sido hallarle una solución
mediante el diálogo. Mas, Reino Unido se rehúsa y opta por hacer
caso omiso a las recomendaciones del Comité de Descolonización de la
ONU, que en más de una ocasión ha condenado el colonialismo
maquillado que ejerce el país europeo sobre las Malvinas.
Las declaraciones de Cameron no hacen más que subirle el tono al
conflicto, y lejos de solucionarlo, confirman que Buenos Aires se
enfrenta a un Londres cada día más intransigente.