Santiago e Industriales, los de siempre

Oscar Sánchez Serra
oscar.ss@granma.cip.cu

Aguilera, Reina, Ruden, Elisdeilis o Yosuán, Durán, Eddy Abel, Alejandro Pérez, no son nombres que tengan todavía un asiento en el exigente firmamento beisbolero del país. Los primeros son peloteros santiagueros, los otros industrialistas, las camisetas que más pesan en la pelota cubana.

Ellos regalaron a la 52 Serie Nacional tres noches que hicieron grande al béisbol, llenaron de orgullo a quienes fueron a verlos al estadio o a los que a se acostaron tarde tras apagar la televisión, después de tres jornadas que desataron emociones por doquier.

Y sintieron el ejemplo de sus más experimentados compañeros, halando parejo. Poll y Malleta, convertidos en verdaderos mentores para que no falte el aliento y el consejo oportuno en el terreno; Rudy lanzándose en primera como si en ese turno le fuera la vida, o Bell, metido de lleno en una justa como si fuera frente al más encumbrado rival internacional.

Así se juega al béisbol y se honra y se defienden los colores de franelas que hombres como Kindelán, Pacheco, Vinent, Vera... o Anglada, Capiro, Javier Méndez o Germán, la pusieron en lo más alto del arcoíris deportivo del país.

Industriales y Santiago de Cuba, siguen convocando a las gradas, aunque uno esté a media tabla de posiciones y el otro en el final de ella, hospedajes desconocidos para esas escuadras en las temporadas nacionales. El Latino se llenó porque fue en busca de un buen béisbol, y lo encontró, vivió hasta el final el desenlace, porque cuando Santiago e Industriales están en el terreno nadie se puede ir, no se puede dar nada por hecho, siempre van en busca de más.

Durante martes, miércoles y jueves, con un Vargas de aquellos grandes Industriales y un Godínez de la otrora aplanadora, al frente de las escuadras, la vergüenza deportiva de la nueva hornada no defraudó, dieron el espectáculo de siempre, el clásico de la pelota cubana que todos esperamos.

 

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