Los guajiros de la zona, que presumen también de ser dueños de
los mejores ganados de todo Sancti Spíritus, no necesitaron
diagnósticos ni proyectos, ni se sentaron a esperar por los recursos
del municipio o la provincia para romper la incomunicación con que
las lluvias de finales de octubre pretendieron cercar al caserío
donde viven unos 180 lugareños.
De los mismos potreros donde pastan los rebaños, y todavía sin
que calentara bien el sol, unos 30 hombres comenzaron a cargar
carretas y más carretas de piedras para rellenar la furnia que se
había creado sobre la estructura de concreto y rectificar los
aproches del viaducto.
"Cuando llegamos, ya estaban en plena faena", explica Javier
Brito Pérez, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular
en Taguasco, para ilustrar la independencia y el altruismo con que
la gente de Tres Guanos, comandada por su delegado Alberto Lazo,
reelecto ahora para otro mandato, se habían enrolado en el propósito
de comunicar al caserío, separado a unos 20 kilómetros de la
cabecera municipal.
Aunque de manera rústica, la alcantarilla dio paso ese propio día
en medio de un jolgorio que ilustraba la trascendencia de los
trabajos emprendidos fundamentalmente por campesinos de la
Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Rubén López, los mismos
que en época de buena hierba entregan hasta 500 litros de leche
diarios para la industria de Río Zaza.
La reparación, sin embargo, terminaría casi un mes después,
cuando el gobierno local asignó cemento y petróleo y los propios
campesinos volvieron sobre la obra, con una restauración que, según
ellos, será "para toda la vida".
La experiencia de momento deja una moraleja válida para cualquier
latitud, que el Gobierno de Taguasco está pensando extender a otros
frentes de trabajo igualmente necesitados de la iniciativa vecinal
(la reparación de locales gastronómicos en los asentamientos de
Santa Rosa y Los Charcazos constituyen los ejemplos más cercanos).
Restituida la alcantarilla, ahora los pobladores de Tres Guanos
demandan la estabilidad de su "canguro", un ZIL convertido en guagua
que una vez por semana se traslada hasta la comunidad dando brincos
sobre un terraplén erizado, al que todavía, desgraciadamente, no le
ha llegado su turno.