Incluso en un país con un largo historial de tragedias de ese
tipo, lo sucedido el viernes en la escuela elemental Sandy Hook ha
tenido un efecto impactante. De las 28 personas que murieron, 20
eran niños de 6 y 7 años de edad. El asesino, Adam Lanza, usó tres
armas adquiridas legalmente por su madre, a quien también ultimó
antes de dirigirse al centro educativo.
La senadora demócrata Dianne Feinstein aseguró este domingo que
presentará al Congreso un proyecto de ley para prohibir las armas de
asalto. Por su parte, el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg,
instó al presidente a tomar cartas en el asunto. "Si no hace nada
durante su segundo periodo, alrededor de 48 mil estadounidenses
morirán por causa de armas de fuego. Ese es el número aproximado de
estadounidenses que murieron en toda la Guerra de Vietnam", afirmó,
según EFE.
Poco después de la matanza, Obama dijo sentir una "pena
incontenible", y llamó a "realizar una acción significativa para
evitar nuevas tragedias", aunque no especificó a qué se refería.
Se calcula que en Estados Unidos hay alrededor de 300 millones de
armas de fuego en manos de civiles. La Segunda Enmienda de la
Constitución les da el derecho de adquirirlas legalmente.
Organizaciones como la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus
siglas en inglés) lo consideran una misión "sagrada y patriótica".
Ese poderoso lobby impide que en el Congreso avancen
propuestas como la de Dianne Feinstein.
Pero el problema no son solo las armas. Estados Unidos no es el
único país donde las personas pueden comprarlas con facilidad. ¿Por
qué entonces allí se suceden tantas masacres? La respuesta puede
tener relación con la cultura de la violencia y el miedo.
Los gobiernos de esa nación han legitimado la violencia como
método para alcanzar sus objetivos. Por eso, el director de cine
Michael Moore escribió en su cuenta en Twitter que para honrar a los
niños muertos no basta con exigir "una reglamentación estricta de
las armas" sino "el final de la violencia como programa de política
pública".
Buena parte de los estadounidenses creen sentirse más seguros con
un arma bajo la almohada o en el bolso. Pero, ¿para defenderse de
quién? ¿Por qué necesitan 300 millones de ellas, incluidos rifles de
asalto?
Según el médico forense de Connecticut, el tirador baleó a sus
víctimas entre 3 y 11 veces. Al final de la matanza, se suicidó.
Adam Lanza no solo era un hombre violento, era un loco. Entonces,
habría que añadir al debate una interrogante: ¿por qué esa sociedad
produce locos en serie?
Tal vez si resolvieran sus problemas raciales y económicos habría
menos crímenes; menos personas frustradas y encolerizadas con un
arma al alcance de la mano.