Muerto
antes de nacer, el diálogo convocado por el presidente egipcio,
Mohamed Morsi, fue desestimado por la oposición que volvió hoy a
protestar contra sus facultades excepcionales y el proyecto
constitucional que aprobó días atrás.
Varios cientos de manifestantes pasaron sobre las alambradas y
los soldados que los mantenían separados de la mansión ejecutiva, en
cuyos accesos exteriores se mantienen coreando consignas contra el
mandatario.
Marchas separadas partieron hoy desde varias mezquitas y
distritos hacia las proximidades del Palacio Presidencial en el
distrito de Heliopolis y la céntrica Plaza Tahrir para demostrar su
rechazo a lo que denominan las intenciones dictatoriales del
mandatario.
Al caer la noche, unas cinco mil personas estaban concentradas en
la calle Merghany, en una masa que crece.
En Alejandría, escenario días atrás de violentos choques de
protestantes con la Policía y miembros de la Hermandad Musulmana (HM),
miles de personas recorrieron las calles demandando la renuncia del
presidente.
Otras manifestaciones marchan hacia la zona, mientras la Plaza
Tahrir sigue copada por los participantes en una vigilia que hoy
comenzó su tercera semana.
Una alocución conciliadora de Morsi la víspera fue rechazada por
el flamante Frente de Salvación Nacional (FSN), encabezado por los
excandidatos presidenciales Mohamed el Baradei, Amr Musa y Hamdin
Savaghi, quienes coincidieron en calificarla de insuficiente.
Durante la casi media hora que se extendió su discurso, Morsi
enfatizó sus obligaciones como jefe de Estado de proteger a la
ciudadanía y preservar la estabilidad del país frente a lo que
calificó de intentos de personeros del derrocado régimen de Hosni
Mubarak de subvertir el orden.
Precisó en ese sentido que algunos de los más de 150 detenidos
durante los disturbios de los últimos días han confesado haber
recibido dinero para infiltrarse en las manifestaciones pacíficas y
provocar los disturbios en los cuales murieron seis personas y más
de 700 fueron heridas.
La propuesta de diálogo fue calificada además de "decepcionante"
por los opositores de diversas tendencias políticas, cuya postura
coincide en rechazar la Declaración Constitucional que, dicen,
concede al mandatario una autoridad sin precedentes y favorece a la
HM, una hegemonía política que quedaría legalizada por la
Constitución en su forma actual.
La posición de Morsi no puede ser más incómoda: si enfrenta las
protestas por la fuerza, da la razón a sus detractores, a los que
les resulta imposible complacer aún cuando quisiera, porque sería
una muestra de debilidad suicida en las actuales circunstancias.
Además, está el factor HM, la más numerosa y cohesionada
organización egipcia, que no perdonaría al presidente retroceder.